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Robert G. Ingersoll, Biografía y Fraseología Atea.

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Ya hemos hablado de las frases Célebres de Ingersoll, hasta el punto que han establecido un record de fraseologos en el blog… 30 frases!!!

 




Pero me he quedado corto. El pensamiento y las citas de Ingersoll son mucho más abundantes e interesantes; y que por razones de espacio no las pude editar bajo el formato de “Frases Célebres”, pero hoy les daremos una oportunidad colocándolas como contenido de la Publicación, así como una breve biografía de Ingersoll.

Sin duda el a veces desconocido Ingersoll fue una pieza fundamental en la desmitificación del Dios occidental y una puerta de entrada a la razón.

Por eso es un orgullo y un honor completar hoy la información sobre Ingersoll y dejar a disposición del lector parte de su pensamiento escéptico e incrédulo.

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Biografía.


El Coronel Robert Green Ingersoll (11 de agosto de 1833 – 21 de julio de 1899) fue un veterano de la Guerra Civil Estadounidense, líder político de Estados Unidos y orador durante la Edad de Oro del librepensamiento, recordado por su gran cultura, crítica a la religión y su defensa del agnosticismo; al punto que era apodado "El Gran Agnóstico".

Ingersoll (fue el más distinguido orador ateo de Estados Unidos. Muchos de sus discursos fueron dedicados a la hipocresía de la religión. Con ellos incitaba a la reflexión y causó gran alarma en el clero, que al instante procedió a calumniar y difamar a Ingersoll.

Sus conferencias atraían a miles de personas, mayormente debido a su ingenio liberal, su elevado estilo oratorio y su osadía al atacar algunas de las “vacas sagradas” de la sociedad. Con su perspicacia y gran sabiduría abrió los ojos de muchos acerca de lo dudoso de las creencias religiosas. Aunque sus palabras se escucharon hace cien años, continúan tan relevantes hoy como entonces.

Muchos de los discursos de Ingersoll abogaban por el librepensamiento y el humanismo, y frecuentemente se burlaba de las creencias religiosas. Por ello frecuentemente era blanco de ataques por parte de la prensa, pero ni sus opiniones ni tampoco la mala publicidad podrían detener su creciente popularidad. En la cúspide de su fama, su público pagaría 1$ o más para oírlo hablar, una suma enorme para su día.

Ingersoll murió de una insuficiencia cardíaca congestiva a los 65 años de edad. Poco después de su muerte, su cuñado, Clinton P. Farrell, recopiló copias de sus discursos con el fin de publicarlas. En el volumen 12 de Las obras de Robert G. Ingersoll, Ediciones Dresden se interesó en mantener vivas sus ideas y preservar sus discursos para las generaciones futuras. Sus cenizas están enterradas en el Cementerio Nacional de Arlington (Sección 3, Lote 1620, Casilla S-16.5).

En 2005, una edición popular de trabajo de Ingersoll fue publicado por el periódico Steerforth. Editado por el crítico musical ganador del Premio Pulitzer Tim Page, recordó su frase "¿Qué tiene que ver Dios con esto?: dijo Robert Ingersoll hablando sobre la Libertad de Expresión, el Hablar honestamente y la separación de Iglesia y Estado". Tim Page llevó las ideas de Ingersoll a una nueva audiencia.

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Frases Citas y Pensamientos de 
Robert G. Ingersoll



Todas las leyes que tienen como propósito de hacer que el hombre adore a Dios, nacen del mismo espíritu que encendió el fuego de la auto da fe, y amorosamente construyeron las mazmorras de la Inquisición.


La Declaración de la Independencia anuncia la sublime verdad, de que todo el poder proviene del pueblo. Ésta fue una negación, y la primera negación de una nación, al infame dogma de que Dios otorga el derecho a un solo hombre para gobernar a los demás. Fue la primera gran aseveración de la dignidad humana. Declaró que los gobernados sean la fuente de poder, y de hecho niega la autoridad de uno y todos los dioses. A través de eras de esclavitud, a través de cansados siglos de látigo y cadena, Dios era el reconocido soberano del mundo. Para entronizar al hombre, había que destronar a Dios.


Si bien descartó por completo todos los credos, y niego la verdad de todas las religiones, no existe ni en mi corazón ni en mis labios una mueca de desprecio para el esperanzado, almas amorosas y tiernas que creen que de toda esta discordia resultará en la armonía perfecta; en la que toda la maldad de alguna misteriosa manera se convertirá en bondad, y que por encima y sobre todo lo que hay es un ser que, de algún modo, reclamará y glorificará a cada uno de los hijos de la humanidad; pero para aquellos que despiadadamente tratan de probar que la salvación es casi imposible; y que la condenación es casi segura; que la carretera del universo conduce al infierno; que llenan la vida de miedo y la muerte de horror; que maldicen la cuna y se burlan de la tumba, es imposible de tratarlos más que con sentimientos de culpa, desprecio y desdén.


Razón, observación y experiencia, la santísima trinidad de la ciencia, nos ha enseñado que la felicidad es el único bien; que el tiempo de ser feliz es ahora, y la forma de ser feliz es hacer felices a otros. Eso es suficiente para nosotros. En esta creencia nos contentamos con vivir y morir. Si por cualquier posibilidad la existencia de un poder superior, e independiente, de la naturaleza debe ser demostrada, entonces habrá suficiente tiempo para arrodillarse. Hasta entonces, permanezcamos de pie.


Ellos dicen que la religión de tus padres es lo suficientemente buena. ¿Por qué un padre debería oponerse a que inventes un arado mejor de lo que él lo hizo? Me dicen, ¿acaso usted sabe más que todos los teólogos muertos? Siendo yo un hombre perfectamente modesto, respondo que así es. Ahora hemos llegado a la conclusión de que todo hombre tiene derecho a pensar. ¿Dios daría alas para después convertir el volar en un delito? ¿Acaso Él me daría un cerebro y convertiría el pensar en un crimen? Cualquier Dios que condenaría a uno de sus hijos por la expresión de su honesto pensamiento, no lo convertiría en un ladrón decente. Cuando leo un libro y no le creo, debo decirlo. Lo haré y asumiré las consecuencias como un hombre.


Las iglesias se están convirtiendo en organizaciones políticas... Probablemente no pasará mucho tiempo hasta que las iglesias se dividirán tan marcadamente sobre la política, como sobre las cuestiones teológicas; y cuando ese día llegue, si no hay suficientes liberales para mantener el equilibrio de poder, este Gobierno será destruido.

La libertad del hombre no está segura en las manos de ninguna Iglesia. Dondequiera que la Biblia y la espada se alíen, el hombre será un esclavo. Todas las leyes que tienen como objeto el hacer que el hombre adore a dios, nacen del mismo espíritu que encendió el fuego de la auto da fe, y amorosamente construyeron los calabozos de la inquisición Todos las leyes que definen y condenan la blasfemia, convirtiendo en un crimen el expresar las honestas ideas acerca de la Biblia, o reírse de la ignorancia de los antiguos Judíos, o disfrutar en el Sabbat, o dar tú opinión sobre Jehová, fueron aprobadas por fanáticos insolentes, y debe ser inmediatamente derogada por hombres honestos.

Un Dios infinito debe ser capaz de protegerse a sí mismo, sin entrar en sociedad con Legislaturas Estatales. Ciertamente, él no debería actuar de forma que las leyes sean necesarias para evitar que lo ridiculicen. Ninguno piensa en proteger a Shakespeare del ridículo, bajo la amenaza de multas y prisión.

Me da la impresión de que Dios podría escribir un libro que necesariamente no provoque la risa en sus hijos. De hecho, Yo creo que sería seguro decir que un Dios verdadero podría crear una obra que provoque la admiración de la humanidad. Sin duda, los políticos podrían ser mejor empleados en vez de dedicarse a la aprobación de leyes que protejan la reputación literaria del Dios Judío.


No puedo concebir que haya algún ser en este universo que ha creado un alma humana para que sufra un tormento eterno. Preferiría que cada dios se destruyera a si mismo; Prefiero que todos debamos ir al caos eterno, a la noche negra y sin estrellas, a que sólo un alma deba sufrir la agonía eterna


La religión nunca puede reformar a la humanidad ya que la religión es esclavitud. Es mucho mejor ser libre, abandonar los fuertes y barricadas del miedo, permanecer erguido y enfrentar el futuro con una sonrisa. Es mucho mejor dejarse llevar por la negligencia, a la deriva con las olas y la marea, con la fuerza ciega del mundo, pensar y soñar, olvidar las cadenas y limitaciones de la vida resollante, olvidar el propósito y objeto, pasearse por la galería de imágenes de la mente, sentir una vez más los abrazos y besos del pasado, revivir la mañana de la vida, ver de vuelta las formas y rostros de la muerte, pintar pinturas fieles de los años venideros, olvidar todos los Dioses, sus promesas y amenazas, sentir dentro de sus venas el alegre torrente de la vida y escuchar la música marcial, el latido rítmico de tú valiente corazón. Y entonces despertarse para hacer todas esas cosas útiles, para alcanzar lo ideal con el pensamiento y la acción en tú mente, darte alas de ensueño, que como abejas, puede que encuentren el néctar del arte en la maleza de lo mundano, mirar con constantes y entrenados ojos en busca de los hechos, encontrar las sutiles amenazas que unen la distancia con el ahora, incrementar el conocimiento, quitar el agobio del débil, desarrollar la mente, defender lo correcto y construir un palacio para el alma. Esta es la religión real. Este es el verdadero culto.


Se afirma que Dios escribió un libro llamado la Biblia, y generalmente se admite que este libro es un tanto difícil de entender. Siempre y cuando la iglesia tuvo todas las copias del libro, y a la gente no se le permita leerlo, hubo comparativamente poca herejía en el mundo; pero cuando fue imprimida y leída, la gente empezó a diferir honestamente en cuanto a su significado. Unos pocos fueron los suficientemente bravos e independientes como para dar al mundo sus verdaderos pensamientos, y para el extermino de estos hombres la iglesia hizo uso de todo su poder. Tanto protestantes como católicos rivalizaban por esclavizar la mente humana. Durante eras fueron rivales en el infame esfuerzo de librar a la tierra de hombres honestos.


Da a cualquier iglesia ortodoxa el poder, y hoy en día estarían castigando la herejía con látigo, cadena y fuego. Mientras que una iglesia considere cierta creencia esencial para la salvación, solo con eso mataran e incendiaran si se hacen con el poder.


De acuerdo con los teólogos, Dios, el Padre de todos nosotros, escribió una carta a sus hijos. Los hijos siempre han diferido en algo sobre el significado de esta carta. En consecuencia de estas honestas diferencias, estos hermanos comenzaron a arrancarse los corazones unos a otros. En todas las regiones, donde se ha leído esta carta de Dios, los hijos a los cuales y para los cuales fue escrita han estado llenos de odio y malicia. Se han encarcelado y asesinado entre ellos, y a sus esposas e hijos. En el nombre de Dios cada crimen posible ha sido cometido, cada atrocidad concebible se ha perpetrado. Hombres valientes, mujeres tiernas y amorosas, hermosas jovencitas, y niños parlanchines han sido exterminados en el nombre de Jesucristo.


Los herejes no pensaron, sufrieron y murieron en vano. Cada hereje ha sido, y es, un rayo de luz.


De acuerdo con los teólogos, Dios, el Padre de todos nosotros, escribió una carta a sus hijos. Los hijos siempre han diferido en algo sobre el significado de esta carta. En consecuencia de estas honestas diferencias, estos hermanos comenzaron a arrancarse los corazones unos a otros. En todas las regiones, donde se ha leído esta carta de Dios, los hijos a los cuales y para los cuales fue escrita han estado llenos de odio y malicia. Se han encarcelado y asesinado entre ellos, y a sus esposas e hijos. En el nombre de Dios cada crimen posible ha sido cometido, cada atrocidad concebible se ha perpetrado. Hombres valientes, mujeres tiernas y amorosas, hermosas jovencitas, y niños parlanchines han sido exterminados en el nombre de Jesucristo.


Yo no digo, y no creo, que los cristianos sean tan malos como sus credos. A pesar de la iglesia y el dogma, ha habido millones y millones de hombres y mujeres fieles a los más nobles y generosos impulsos del corazón humano. Han sido fieles a sus convicciones, y, con una abnegación y fortaleza sin rival, han trabajado y sufrido por la salvación del hombre. Imbuidos por el espíritu del autosacrificio, creyendo que con su esfuerzo personal podrán rescatar al menos unas pocas almas de la infinita sombra del infierno, han soportado alegremente cada privación y desdeñado cada peligro. Aun así, a pesar de todo esto, ellos creían que ese honesto error era un crimen. Sabían que la Biblia así lo declaraba, y creían que todos los no creyentes serían condenados eternamente. Creían que la religión era de Dios, y toda la herejía del diablo. Ellos mataron a los herejes en defensa de sus almas y las almas de sus hijos. Los mataron porque, de acuerdo a su idea, ellos eran los enemigos de Dios, y porque la Biblia enseña que la sangre de los no creyentes es un sacrificio más que aceptable para el cielo.


La naturaleza nunca le pidió a una madre amorosa que lanzara a su hijo al Ganges. La naturaleza nunca le pidió a los hombres que se exterminen entre ellos por una diferencia de opinión acerca del bautismo de los infantes. Estos crímenes han sido cometidos por religiones llenas de todo lo que es ilógico, cruel y horrible. Estas religiones fueron producidas en mayor parte por la ignorancia, tiranía e hipocresía. Bajo la impresión de que el gobernante infinito y creador del universo había comandado la destrucción de los herejes e infieles, la iglesia perpetró todos estos crímenes: Hombres y mujeres fueron incendiados por pensar que hay solo un Dios; por pensar que no hay ninguno; por pensar que el Espíritu Sagrado es más joven que Dios; que Dios era algo mayor que su hijo; por insistir que las buenas obras salvaran a un hombre sin fe; por insistir que la fe lo hará sin buenas obras; por declarar que un dulce infante no arderá eternamente, porque sus padres fallaron en tener sus cabezas húmedas por un sacerdote; por hablar de Dios como si tuviera una nariz; por negar que Cristo era su propio padre; por contender que tres personas, sumadas acertadamente, hacen más que una; por creer en el purgatorio; por negar la realidad del infierno; por pretender que los sacerdotes pueden perdonar los pecados; por predicar que Dios es una esencia; por negar que las brujas cabalgaron en escobas por el aire; por dudar de la total depravación del corazón humano; por reírse de la irresistible gracia, la predestinación y la redención particular; por negar que el buen pan puede estar hecho del cuerpo de un muerto; por pretender que el Papa no estaba gestionando este mundo en el nombre de Dios, y en el lugar de Dios; por disputar la eficacia de la expiación vicaria; por pensar que la Virgen María era como los demás; por pensar que la costilla de un hombre sería difícilmente suficiente para hacer una mujer de buen tamaño; por negar que Dios usó su dedo como una pluma; por afirmar que las oraciones no tienen respuesta, que las enfermedades no son enviadas para castigar la infidelidad; por negar la autoridad de la Biblia; por tener una Biblia en su poder; por asistir a misa, y por rehusarse a asistir; por llevar una sobrepelliz; por cargar una cruz, y por rehusarse; a ser Católico, y por ser Protestante; por ser un Episcopal, un Presbiteriano, un Baptista, y por ser un Cuáquero. En resumen, todas las virtudes han sido un crimen, y cada delito una virtud. La iglesia ha incinerado a la honestidad y recompensado a la hipocresía. Y todo esto, porque fue ordenado por un libro, un libro que a los hombres se les ha enseñado implícitamente a creer, mucho antes de que supieran una palabra de su interior. Se les ha enseñado que el dudar de la verdad de este libro, incluso el examinarlo, era un crimen de tal enormidad que no podía ser perdonado, ya sea en este mundo o en el próximo.


La herejía es el amanecer eterno, el lucero del alba, el heraldo resplandeciente del día. La herejía es el último y mejor pensamiento.
Es el Nuevo Mundo perpetuo, el mar desconocido, hacia el cual todos los valientes zarpan.
Es el horizonte eterno del progreso.
La herejía extiende la hospitalidad del cerebro hacia un nuevo pensamiento.
La herejía es una cuna; ortodoxia, y un ataúd.


A estas alturas todo el mundo debería saber que la verdadera Biblia no se ha escrito aún, pero está siendo escrita, y nunca se terminará hasta que la carrera comience ir cuesta abajo, o deje de existir.
La verdadera Biblia no es el trabajo de hombres inspirados, ni de profetas, ni de apóstoles, ni evangelistas, ni de Cristo. Todo hombre que encuentra un hecho, agrega, por decirlo así, una palabra a este gran libro. Este no es atestiguado por una profecía, milagros o signos. No hace apelación a la fe, a la ignorancia, a la credulidad o temor. No tiene castigo a causa no creer, y ninguna recompensa por la hipocresía. Hace un llamamiento al hombre en nombre de la demostración. No tiene nada que ocultar. No tiene miedo de ser leído, de ser contradicho, de ser investigado y comprendido. No pretende ser santo, o sagrado; simplemente clama ser verdadero. Desafía al escrutinio de todos e implora a cada lector que verifique cada línea por sí mismo. Es incapaz de ser blasfemado. Este libro apela a todo los entornos del hombre. Cada cosa que existe testifica sobre su perfección. La tierra, con su corazón de fuego y sus coronas de nieve; con sus bosques y llanuras, sus rocas y mares; con cada una de sus olas y nubes; con cada una de sus hojas, brotes y flores, confirman cada una de sus palabras, y las estrellas solemnes, brillando en los abismos infinitos, son los eternos testigos de su verdad.


Este tipo de cosas se han dicho ocasionalmente por políticos entusiastas en los viejos tiempos, pero, por primera vez en la historia del mundo, los representantes de una nación, de un pueblo verdadero, viviente, resollante y esperanzado, declararon que todos los hombres son creados iguales. De un solo golpe, con un plumazo, derogaron todo las crueles, las desalmadas barreras que la aristocracia, el clericalismo y el reinado habían levantado entre hombre a hombre. Derribaron de un solo golpe inmortal a ese espíritu de casta infame que hace de un dios casi una bestia, y a una bestia casi un dios. Con una palabra, con un solo golpe, lo borraron y destruyeron completamente, todo eso ha sido hecho durante siglos de guerra, siglos de hipocresía, siglos de injusticia.


Nuestros padres fundaron el primer gobierno secular jamás fundado en este mundo. Recordar que, el primer gobierno secular; el primer gobierno que dijo que cada iglesia tiene los mismos derechos, y no más; cada religión tiene los mismos derechos, y no más. En otras palabras, nuestros padres fueron los primeros en tener el sentido, en tener el genio, de saber que ninguna iglesia se le debería permitir tener una espada; que solo se le debería permitir ejercer su influencia moral.


Nada se ha dejado sin terminar por los enemigos de la libertad. Cada arte y artificio, cada crueldad y ultraje han sido practicados y perpetrados para destruir los derechos del hombre. En esta gran lucha cada crimen ha sido recompensado y cada virtud castigada. Leer, escribir, pensar e investigar han sido todos crímenes
Toda ciencia ha sido una paria
Todos los altares y tronos unidos para detener la marcha de la raza humana hacia el futuro.El rey dijo que la humanidad no debe trabajar para sí misma. El sacerdote dijo que la humanidad no debe pensar por sí mima. Uno forjo cadenas para las manos, el otro para el alma.


Solo hace unos años atrás hubo un gran despertar en las mentes de la humanidad. Los hombres comenzaron a inquirir ¿con qué derecho un ladrón coronado los hizo trabajar para él? El hombre que hizo esta pregunta fue llamado traidor. Otros preguntaron ¿con qué derecho un hipócrita con túnica gobierna mis pensamientos? Tales hombres fueron llamados infieles. El sacerdote y el rey dijeron, ¿Dónde está este espíritu investigativo para detenerlo? Lo dijeron antes y lo dicen ahora, es peligroso para el hombre ser libre. Lo prohíbo. Allí afuera en el mar intelectual hay suficiente lugar para todas las velas. En el aire intelectual hay suficiente espacio para cada ala.
El hombre que no crea su propio pensamiento es un esclavo, y es un traidor a sí mismo y a sus semejantes.


De pie en presencia de lo Desconocido, todos tienen el mismo derecho a pensar, y todos están interesados en las grandes preguntas del origen y destino. Todo lo que reclamo, todo por lo que abogo, es libertad de pensamiento y expresión. Eso es todo. No pretendo decir lo que es absolutamente cierto, sino lo que yo creo que es cierto. No pretendo decir la verdad absoluta.
No afirmo que tenga un punto medio para la altura de los pensamientos, o que haya descendido a las mismísimas profundidades de las cosas. Yo simplemente reivindico cuales son las ideas que tengo, Tengo el derecho a expresar; y cualquier hombre que me niegue ese derecho es un ladrón intelectual y un atracador. Eso es todo.



Tú no puedes cambiar la conclusión del cerebro mediante la tortura; ni a través del ostracismo social. Pero te diré lo que puedes hacer mediante estos, y que es lo que has hecho. Puedes crear hipócritas por millones. Puedes hacer que un hombre diga que ha cambiado de parecer; pero el todavía sigue manteniendo la misma opinión. Ponle grilletes en todo el cuerpo; tritura sus pies con botas de hierro; estíralo hasta el último suspiro en el sagrado potro; quémalo, si quieres, pero sus cenizas todavía guardaran la misma opinión.


En los viejos tiempos de los cuales he hablado, ellos deseaban que todos los hombres pensaran exactamente igual. Ni todo el ingenio mecánico del mundo puede hacer que dos relojes corran exactamente igual, ¿y cómo van a hacer que cientos de millones de personan, que difieren en mentalidad y disposición, en educación y aspiraciones, en condiciones y circunstancias, cada uno vestido con una túnica viva de apasionada carne, cómo harán para hacer que piensen y sientan por igual? Sí hay un dios infinito, uno que nos haya creado, y desea que pensemos igual, ¿Por qué daría una cucharada de cerebro solo a una persona, y un magnífico desarrollo intelectual a otra? ¿Por qué es que tenemos todos los grados de inteligencia, de la ortodoxia a la genialidad, si se pretendía que todos deberían pensar y sentir igual?


Nunca ha habido sobre la tierra una generación de hombres y mujeres libres. Todavía no es tiempo de escribir un credo. Esperen a que las cadenas estén rotas, hasta que los calabozos no sean considerados templos. Esperen a que la solemnidad no sea confundida con sabiduría, hasta que la cobardía mental deje de ser conocida como reverencia. Esperen a que los vivos sean considerados los iguales de los muertos, hasta que la cuna tenga prioridad sobre la ataúd. Esperen hasta que sepamos que podremos hablar sin considerar lo que los otros puedan creer. Esperen a que los maestros tomen el lugar de los predicadores, hasta que los seguidores se conviertan en investigadores. Espera a que el mundo esté libre antes de escribir un credo.
En este credo no habrá más que solo una palabra, "Libertad".


El martirio, como regla, establece la sinceridad del mártir, no lo acertado de su pensamiento. Las cosas son verdaderas o falsas por sí mismas. La verdad no puede ser afectada por opiniones; no puede ser cambiada, establecida, o afectada por el martirio. Un error no puede ser creído sinceramente lo suficiente para hacerlo una verdad.


En la estimación de los buenos cristianos ortodoxos yo soy un criminal, porque estoy tratando de tomar de las madres amorosas, padres, hermanos, hermanas, maridos, esposas y amantes las consolaciones derivadas naturalmente de la creencia en una eternidad de dolor y pena. Quiero arrancar, romper y dispersar hacia a el viento el Dios que los sacerdotes erigieron en los campos del placer inocente, un Dios hecho de palos llamados credos, y de viejas prendas llamadas mitos. Me esforzare en tomar del ataúd su horror, de la cuna su maldición, y apagar el fuego de la venganza encendido por un demonio infinito.
¿Es necesario que el Cielo deba pedir prestada su luz del resplandor del infierno?
El castigo infinito es la crueldad infinita, injusticia sin fin, mezquindad inmortal. El adorar a un eterno carcelero endurece, degrada y contamina incluso al alma más vil. Mientras haya un corazón triste y roto en el universo, ningún ser bueno puede ser perfectamente feliz.


El Dios del Infierno se debería celebrar en odio, desprecio y desdén. Un Dios que amenaza con sufrimiento eterno debe ser odiado, no amado, maldecido, no adorado. Un cielo presidido por tal Dios debe estar por debajo del más profundo infierno. No quiero formar parte de ningún cielo donde los salvados, los rescatados y los redimidos ahogarán con gritos de júbilo los llantos y sollozos del infierno, en que en la felicidad olvidaremos la miseria, donde las lágrimas de los extraviados solo aumentan las risas y doblen la dicha.



La idea del infierno nació de la ignorancia, brutalidad, miedo, cobardía y venganza. Esta idea da testimonio de que nuestros más remotos ancestros eran lo más bajo de las bestias. Sólo a partir de las guaridas, cubiles y cuevas, sólo a partir de bocas llenas de crueles colmillos, sólo a partir de corazones llenos de miedo y odio, sólo a partir de la conciencia del hambre y la lujuria, sólo a partir del más bajo y envilecido podría venir ésta la más cruel, desalmada y bestial de todas las dogmas.


Quienquiera que ataque a una costumbre o credo, tendrá que confrontarse con la lista de nombres de los muertos que mantuvieron la costumbre, o que creyeron en el credo. Se le pedirá de una forma muy triunfal y burlona, si sabe más que todos los ilustres y honorables del pasado. Cada defensor de un credo ha grabado en su memoria los nombres de todos los “grandes” hombres en las que sus acciones o palabras pueden ser retorcidas en evidencias para su doctrina.


El hecho es, que muy pocos hombres tienen la razón en todo.


Las grandes virtudes pueden atraer la atención de los defectos, ésta no los puede santificar. Un guijarro rodeado de diamantes sigue siendo una piedra común, y un diamante rodeado de guijarros continúa siendo una gema. Nadie debería intentar refutar un argumento pronunciando el nombre de algún hombre, a menos que esté dispuesto a adoptar todas las ideas y creencias de aquel hombre. Es mejor dar razones y hechos que nombres. La fuerza de un argumento no debería depender del nombre de su autor. Los hechos no necesitan pedigrí, la lógica no tiene heráldica, y los vivos no se deberían impresionar por los errores de los muertos.


La mayoría de los hombres son seguidores, e implícitamente confían en el juicio de los demás. Confunden solemnidad por sabiduría, y consideran un semblante serio como la portada y prefacio para el volumen más leído. Por lo tanto son fácilmente impuestos por formas, prendas extrañas, y solemnes ceremonias. Y cuando la enseñanza de los padres, las costumbres de los vecinos, o el discurso general aprueban o justifican una creencia o credo, sin importar cuan absurdo sean, es difícil incluso para el más fuerte sostener la ciudadela de su alma. En cada país, en defensa de cada religión, serían exhortados los mismos argumentos.


La noche de la Edad Media se prolongó durante miles de años. La primera estrella que enriqueció el horizonte de este pesimismo universal fue Giordano Bruno. Él fue el heraldo del amanecer.


Todos los mártires de la historia mundo no son suficientes para establecer la exactitud de una opinión. El martirio, como regla, establece la sinceridad del mártir, nunca lo acertado de su pensamiento. Las cosas son verdaderas o falsas por sí mismas. La verdad no puede ser afectada por opiniones; no puede ser cambiada, establecida, o afectada por el martirio. Un error no puede ser creído sinceramente lo suficiente para hacerlo una verdad.


El asesino en el cadalso, con un sacerdote a cada lado, sonriendo exhorta a la multitud a su encuentro en el cielo. El hombre que tuvo éxito en hacer su hogar un infierno, encuentra su muerte sin un estremecimiento, probando que él nunca expresó ninguna duda en lo respecto a la divinidad de Cristo, o la eterna "procesión" del espíritu santo. El rey que ha librado una guerra cruel e inútil, que ha llenado países de viudas y niños huérfanos de padre, de mutilados y enfermos, y que ha sido exitoso en ofrecerle al Moloch de las ambiciones los mejores y más valientes de sus súbditos, muere como un santo.


El emperador Constantino, quien elevó al Cristianismo en el poder, asesinando a su esposa Fausta, y su hijo mayor Crispo, el mismo año que convocó el Consejo de Nicea para que decidiesen si Jesús Cristo era un hombre o el Hijo de Dios. El consejo decidió que Cristo era consustancial con el padre. Esto ocurrió en el año 325. Estamos, pues, en deuda con un uxoricida por resolver la discutida cuestión acerca de la divinidad del salvador.


Seamos honestos. ¿Han incrementado todos los sacerdotes de Roma la riqueza mental tanto como Bruno? ¿Acaso todos los sacerdotes de Francia hacen un trabajo tan grande como Diderot y Voltaire? ¿Todos los pastores de Escocia han agregado al acervo de conocimientos humanos tanto como David Hume? ¿Han todos los clérigos, monjes, frailes, ministros, sacerdotes, obispos, cardenales y papas, desde el día del Pentecostés a la última elección, hecho tanto por libertad humana como Thomas Paine?, ¿Tanto por la ciencia como Charles Darwin?


Los infieles han sido los hombres más valientes y reflexivos; la flor de todo el mundo; los pioneros y heraldos del bendito día de la libertad y el amor; los generosos espíritus del pasado indigno; los videntes y profetas de nuestra raza; las grandiosas almas caballerescas, orgullosos vencedores en los campos de batalla del pensamientos, los acreedores de todos los años por delante.


Preferiría vivir y amar donde la muerte es el rey, que tener una vida eterna donde el amor no lo es.


¿Por qué debemos temer a lo que vendrá de todo aquello?
No podemos decir, no sabemos, cuál es la bendición más grande, la vida o la muerte. No sabemos si la tumba es el final de esta vida, o la puerta de otra, o si la noche aquí no es más que el amanecer en otro lado. Tampoco podemos decir cuál es el más afortunado, el niño muriendo en los brazos de su madre, antes de que sus labios hayan aprendido a formar una palabra, o el que viajo todo el largo camino accidentado de la vida, dando penosamente los últimos lentos pasos con bastón o muleta.


Cada cuna nos pregunta, "¿De dónde?" y cada ataúd, "¿Hacia dónde?" El pobre bárbaro, llorando por su muerte, puede responder esto tan inteligentemente como cualquier sacerdote con túnica del más auténtico credo.


Ningún hombre, de pie donde el horizonte de una vida ha tocado la tumba, tiene derecho a profesar un futuro lleno de dolor y lágrimas. Puede ser que la muerte de todo lo que hay de valioso a la vida. Si aquellos que presionamos y tensionamos contra nuestros corazones nunca morirían, tal vez ese amor se desvanecería de la tierra. Tal vez este destino común aparta de los caminos de nuestros corazones las malas hierbas del egoísmo y el odio, Y preferiría vivir y amar donde la muerte es el rey, que tener una vida eterna donde el amor no lo es.


Lo más importante en este mundo es la libertad. Más importante que la comida o las ropas, más importante que el oro, las casas o las tierras, más importante que el arte o la ciencia, más importante que todas las religiones, es la libertad del mundo


La libertad del hombre es mucho más importante que cualquier libro; los derechos del hombre, más sagrados que cualquier religión, que cualquier Escritura, ya sea inspirada o no.


Quita la palabra Libertad del discurso humano y todas las otras palabras se convierten en pobres, marchitos, sonidos sin sentido, pero con esa palabra descifrada, con esa palabra entendida, el mundo se convierte en un paraíso.


La pregunta a ser juzgada por vosotros es sí un hombre tiene el derecho a expresar sus honestos pensamientos; y por esa razón ningún caso de mayor importancia puede ser sometido a juicio. Y puede ser suficientemente bueno para mí, al principio, admitir que no puede haber caso en el que tenga un mayor, más profundo interés. Por mi parte, No desearía vivir en un mundo donde no pueda expresar mis honestas opiniones. Los hombres que le niegan a los otros el derecho a expresarse no están en condiciones de vivir junto a hombres honestos.
Yo niego el derecho de todo hombre, de cualquier número de hombres, de cualquier iglesia, de cualquier Estado, que le ponga un candado a los labios, que convierta a la lengua en un convicto. Apasionadamente niego de la Autoridad el derecho de Herodes de matar a los hijos del saber.
Un hombre tiene derecho a trabajar con sus manos, a arar la tierra, a sembrar la semilla, y ese hombre tiene derecho a segar la cosecha. Si no tenemos ese derecho, entonces todos somos esclavos excepto aquellos que toman estos derechos de sus semejantes. Si tienes el derecho de trabajar con tus manos y de recoger la cosecha para usted y sus hijos, ¿No tienes también el derecho a cultivar su mente? ¿No tiene derecho a leer, a observar, a investigar?, ¿Y cuándo ha leído e investigado, no tiene el derecho de aprovechar ese campo? ¿Y qué es aprovechar ese campo? Es simplemente expresar lo que ha comprobado, simplemente expresar sus pensamientos a sus semejantes.
Si hay un tema en este mundo digno de ser discutido, que merezca ser entendido, es la cuestión de la libertad individual. Sin eso, somos simplemente arcilla pintada; sin eso, somos pobres, miserables sirvientes y esclavos.


Ninguna iglesia ortodoxa jamás ha tenido poder con el que no se esfuerce por hacer que la gente piense a su manera a través de la fuerza y la flama.


Yo quiero que entiendan que es lo que se ha hecho en el mundo para forzar a los hombres a que piensen igual. Me parece que si hay un ser infinito que quiere que pensemos igual nos habría hecho igual. ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué él haría su cerebro de tal forma que por ninguna posibilidad puedan ser metodistas? ¿Por qué lo hizo de tal manera que no puedan ser católicos? ¿Y por qué hizo el cerebro de otro de tal manera que es un no creyente?, ¿Por qué el cerebro de otro es de tal forma que se convirtió en un Mahometano, si quisiera que todos nosotros creyéramos lo mismo?
Después de todo, tal vez La naturaleza es lo suficientemente buena, lo suficientemente grande y lo suficientemente amplia para darnos la diversidad nacida de la libertad. Después de todo, tal vez, no sería lo mejor para todos ser exactamente iguales. Qué mundo más estúpido, si todo el mundo diría sí a lo que todo el mundo pueda decir.
Lo más importante en este mundo es la libertad. Más importante que la comida o la ropa, más importante que el oro, las casas o las tierras, más importante que el arte o la ciencia, más importante que todas las religiones, es la libertad del hombre.


¿cómo la iglesia en cada época, en cuanto a autoridad se refiere, se defiende a si misma? Siempre a través de un estatuto contra la blasfemia, el argumento y la libertad de expresión. Y nunca hubo tal estatuto que no haya manchado el libro en el que estuvo impreso y no haya certificado la barbarie de los hombres que la aprobaron.


Yo soy un creyente de la libertad. Esa es mi religión, el darle a cada ser humano cada derecho que reclamo para mí mismo, y se lo concedo a cada ser humano, no el derecho, porque es su derecho, pero en lugar de otorgarlo declaro que es su derecho, el atacar cada doctrina que sostengo, el responder cada argumento que pueda instar, en otras palabras, debe tener absoluta libertad de expresión.


Ahora, caballeros, ¿Qué es blasfemia? Por supuesto nadie sabe lo que es, a menos que tome en consideración donde se encuentra. Lo que es una blasfemia en un país, es una exhortación religiosa en otro. Es debido al lugar donde se encuentra y quien tiene la autoridad. Y permítame llamarle la atención a la impudencia e intolerancia de los Cristianos Estadounidenses. Nosotros enviamos misioneros a otros países. ¿Con qué objeto? Para decirles que su religión es falsa, que sus dioses son mitos y monstruos, que sus salvadores y apóstoles eran impostores, y que nuestra religión es verdadera. Envías a un hombre de Morristown, un Presbiteriano, a Turquía. Él va allí, y le dice a los mahometanos, lo tiene en un panfleto y lo distribuye, que el Corán es una mentira, que Mahoma no era un profeta de Dios, que el ángel Gabriel no es tan grande que de entre sus ojos hay cuatrocientas leguas, que todo es un error, nunca hubo un ángel tan grande.


Yo quiero decir aquí mismo, muchas veces un hombre a maldecido al Dios de otro hombre. Los católicos han maldecido al Dios de los Protestantes. Los Presbiterianos han maldecido al Dios de los Católicos, acusándolos de idolatría, maldiciendo sus imágenes, riéndose de sus ceremonias. Y estos cumplidos han sido intercambiados entre todas las religiones del mundo. Pero digo hoy aquí que ningún hombre salvo un loco delirante, ha maldecido nunca al dios en el que cree. Ningún hombre, ningún ser humano, que haya vivido ha maldecido su propia idea acerca dios. Siempre maldice la idea que otro alberga. Ningún ser humano ha maldecido aún a lo que creé para ser infinitamente sabio y bondadoso, y lo saben. Cada persona en este jurado sabe eso. Él siente que eso debe ser una certeza absoluta. Entonces ¿qué han maldecido? Algún dios en el que no creen, eso es todo. ¿Y tiene un hombre tal derecho? Yo digo, que sí. Él tiene el derecho a dar su opinión de Júpiter, y no hay nadie en Morristown que le pueda negar ese derecho. Sin embargo, hace varios miles de años, habría sido muy peligroso para él haber maldecido a Júpiter, y no obstante Júpiter es tan poderoso ahora como lo era antes, pero el pueblo romano no es poderoso, y eso es todo lo que había de Júpiter, el pueblo romano.
Así que hubo un tiempo en el que podían maldecir a Zeus, el dios de los griegos, y cómo a Sócrates, le hubieran compelido a beber cicuta. Y sin embargo ahora cualquiera puede maldecir a este dios. ¿Por qué? ¿Acaso está este dios muerto? No. Él está tan vivo como siempre lo ha estado. ¿Entonces qué ha sucedido? Los griegos han fallecido. Eso es todo. Así como en todas nuestras iglesias. Cada vez que una iglesia es una minoría clama por la libertad de expresión. Cuando es una mayoría, no lo hace. No creo que la historia del mundo vaya a mostrar que cualquier iglesia ortodoxa, cuando es mayoría, tenga alguna vez el valor de enfrentar los labios libres del mundo. En su lugar envía a un alguacil. ¿Y no es maravilloso que deban hacer esto cuando predican el evangelio del perdón universal, cuando dicen "si un hombre te golpea en una mejilla ofrécele la otra, pero si se ríe de tu religión, ponlo en la penitenciaría"? ¿Esa es la doctrina? ¿Esa es la ley?


Nunca voy a tener una religión que no pueda defender, así es, que no crea que pueda defender. Puedo estar equivocado, porque ningún hombre está absolutamente seguro de lo que sabe. Todos entendemos eso. Todos somos susceptibles a equivocarnos. El horizonte de cada individuo es muy estrecho, y en su pobre cielo las estrellas son pocas y muy pequeñas.


Las religiones existen por un día. Son las nubes. La humanidad es el azul eterno. Las religiones son las olas del mar. Estas olas dependen de la fuerza y dirección del viento, es decir, de la pasión; pero la Humanidad es el gran mar. Y así nuestras religiones cambian día a día, y es una bendición que lo hagan. ¿Por qué? Porque crecemos, y nos volvemos un poco más civilizados cada día y cualquier hombre que no esté dispuesto a dejar que otro hombre exprese su opinión, no es un hombre civilizado, y lo saben. Cualquier hombre que no le reconoce a los demás los derechos que reclama para sí, no es un hombre honesto.


Ahora tenemos una ciencia llamada astronomía. Esa ciencia ha hecho más por agrandar el horizonte del pensamiento humano que todo lo demás. Ahora vivimos en un universo infinito. Sabemos que el sol es un millón de veces más grande que nuestro planeta, y sabemos que hay otras grandes luminarias millones de veces más grandes que nuestro sol. Sabemos que hay planetas tan lejanos que la luz, viajando a una velocidad de ciento ochenta y cinco mil millas por segundo, requiere de quince mil años en alcanzar a este grano de arena, esta lágrima, que llamamos tierra y ahora sabemos que todos los campos del universo están sembrados densamente con constelaciones. Si ese estatuto se habría aplicado, esa ciencia no sería ahora propiedad de la mente humana. Esa ciencia es contraria a la Biblia, y por afirmar la verdad te conviertes en un criminal. ¿Con qué suma de dinero, con qué cantidad de riquezas, el mundo tendrá la ciencia de la astronomía expurgada del cerebro del hombre? Aprendimos la historia de las estrellas a pesar de ese estatuto.


Yo creo en la hospitalidad intelectual. Amo a los hombres que tienen un poco de horizonte en sus mentes, un poco de altura, un poco de margen. Odio cualquier cosa obtusa, miserable, marchita, mezquina, rastrera y que está dispuesta a vivir entre el polvo. Tengo fe en crear tal atmósfera que las cosas estallaran en un florecimiento. Creo en la buena voluntad, la buena salud, la buena camarería, el buen sentir y si hay algún dios en esta Tierra, o en el cielo, esperemos a que sea generoso y grandioso. ¿Acaso no ves cuál será el efecto? No los maldigo por ser metodistas, y no los condeno por ser Católicos o por ser Infieles, un buen hombre es más que todo esto. La grandeza de todas las cosas es estar en lo más alto y noble del sentimiento humano.


El acusado en este caso ha atacado ciertas creencias, pensadas para ser sagradas por el mundo Cristiano. Sin embargo, al fin y al cabo, nada es sagrado excepto la verdad, y por la verdad me refiero a lo que un hombre cree sincera y honestamente.


Después de todo, la simpatía es genialidad. Un hombre que realmente simpatiza con otro lo entiende. Un hombre que simpatiza con la religión, instantáneamente ve el bien en ella, y el hombre que simpatiza con lo correcto, ve el mal que un credo contiene.


Puede ser suficiente, sin embargo, para decir que en donde la iglesia ha tenido el poder ha sido un crimen para cualquier hombre el decir sus honestos pensamientos. Ninguna iglesia ha estado dispuesta a que un oponente de una transcripción de su pensamiento. Cada iglesia en el poder ha apelado por la fuerza bruta, por la espada, con el propósito de sostener su credo. Nadie ha tenido el coraje de hacerle frente abiertamente. La iglesia no se ha satisfecho con aludir de infieles y blasfemos incrédulos. Cada iglesia ha acusado a casi todas las demás iglesias de ser blasfemas. Cada pionero ha sido calificado como un criminal. Los católicos llamaron blasfemo a Martín Lutero, y Martín Lutero llamo blasfemo a Copérnico. La ignorancia piadosa siempre considera a la inteligencia como una especie de blasfemia. Algunos de los hombres más grandes del mundo, algunos de los mejores, han sido condenados a muerte por el crimen de blasfemia, es decir, por el crimen de esforzarse en beneficiar a sus semejantes.


Blasfemia es la palabra que la mayoría sisea en los oídos de la minoría.


Blasfemia es lo que un viejo error dice de una verdad recién descubierta.
Blasfemia es lo que las hojas marchitas del año pasado dicen de los brotes de este año.
La blasfemia es el baluarte del prejuicio religioso.
La blasfemia es la coraza del despiadado.
Y déjenme decirles ahora, que el delito de blasfemia, según lo establecido en este estatuto, es imposible. Ningún hombre puede blasfemar un libro. Ningún hombre puede cometer blasfemia por decir sus honestos pensamientos. Ningún hombre puede blasfemar a un dios, o a un Espíritu Santo, o a un Hijo de Dios. El infinito no puede ser blasfemado.


¿Qué es la blasfemia? Les daré una definición; les daré mi pensamiento sobre de este tema. ¿Qué es una verdadera blasfemia?
Vivir del trabajo no remunerado de otros hombres, eso es blasfemia.
El esclavizar a tu prójimo, el poner cadenas en su cuerpo, eso es blasfemia.
El esclavizar las mentes de los hombres, el poner grilletes sobre la mente, candados sobre los labios, eso es blasfemia.
El negar lo que crees que es verdad, el admitir que es verdad lo que crees que es una mentira, eso es una blasfemia.
El atacar al débil y desprotegido, con el fin de que tal vez se pueda ganar el aplauso de la multitud ignorante y supersticiosa, eso es blasfemia.
El perseguir a la minoría inteligente, por orden de la mayoría ignorante, eso es blasfemia.
El forjar cadenas, construir calabozos, para tú honesto prójimo, eso es blasfemia.
El contaminar las almas de los niños con el dogma del sufrimiento eterno, eso es blasfemia.
El violar su conciencia, eso es blasfemia.
El jurado que da un veredicto injusto, y el juez que pronuncia una sentencia injusta, son blasfemos.
El hombre que se inclina ante la opinión pública en contra de su buen juicio y su honesta convicción, es un blasfemo.
¿Por qué deberíamos temerle a nuestros semejantes? ¿Por qué cada ser humano no debería tener, en la medida en el que el pensamiento y la expresión lo respecta, todo el derecho del mundo? ¿Qué mal podría venir de un honesto intercambio de pensamientos?


Les he dado mi definición de blasfemia, y ahora surge la pregunta, ¿Qué es el culto? ¿Quién es un fiel? ¿Qué es la oración? ¿Cuál es la verdadera religión? Permítanme responder estas preguntas.
Una obra buena, honesta y fiel, es el culto. El hombre que ara los campos y derriba los bosques; el hombre que trabaja en las minas, el hombre que batalla con los vientos y las olas afuera en el ancho mar, controlando el comercio del mundo; estos hombres son fieles. El hombre que se adentra en el bosque, llevando a su esposa de la mano, que le construye una cabaña, quien hace su hogar en lo indómito, quien ayuda a la gente, civiliza y cultiva un continente, es un fiel.
El trabajo es la única plegaria que la Naturaleza escucha; es la única plegaria que merece una respuesta, trabajo bueno, honesto y noble.


Quienquiera que aumente la cantidad de alegría humana, es un devoto. El que agregue a la cantidad de miseria humana, es un blasfemo.


Caballeros, nunca podrán hacerme creer, ningún estatuto jamás podrá convencerme, que existe algún ser infinito en este universo que odia a un hombre honesto. Es imposible de convencerme de que hay algún dios, o que puede haber algún dios, que aborrezca a un alma que tiene el coraje de expresar sus pensamientos. Ni el mundo entero puede convencerme de que un hombre debe ser castigado, ya sea en este mundo o en el siguiente, por ser franco con sus semejantes. Si envías a los hombres a la penitenciaría por decir sus pensamientos, por esforzarse en iluminar a sus semejantes, entonces la penitenciaría se convertirá en un lugar de honor, y la victima saldrá de ella, no manchada, no deshonrada, sino vestida con túnicas de gloría.
Demos un paso más.
¿Qué es sagrado? Yo respondo que la felicidad humana es sagrada, los derechos humanos son sagrados. El cuerpo y el alma del hombre, estos son sagrados. La libertad de un hombre es más importante que cualquier libro; los derechos de los hombres, son más sagrados que cualquier religión, que cualquier Escritura, ya sean inspiradas o no.
Lo que queremos es la verdad, y que nadie suponga que toda la verdad esta confinada en un libro, ¿Acaso los misterios del mundo entero están explicados en un solo volumen?
Todo lo que es, todo lo que transmite información al hombre, todo lo que ha sido producido por el pasado, todo lo que ahora existe, lo que deba ser considerado por un hombre inteligente. Todas las verdades conocidas de este mundo, toda la filosofía, todos los poemas, todas las pinturas, todas las estatuas, toda la música fascinante, el balbuceo de los bebés, el arrullo de las madres, las palabras de los hombres honestos, el llamado al deber de la trompeta, todo esto hacen a la biblia del mundo, todo lo que es noble, verdadero y libre, lo encontraran en este gran libro.
Si queremos ser fieles a nosotros mismos,
si queremos beneficiar a nuestro semejantes, si deseamos vivir una vida honorable, debemos dar a cada ser humano cada derecho que reclamemos para nosotros.


Hay muchos buenos preceptos, muchos dichos sabios, muchos buenos reglamentos y leyes en la Biblia, y estas están mezcladas con malos preceptos, con refranes tontos, con reglas absurdas y leyes crueles.


Me han preguntado con qué “sustituiría a la Biblia como guía moral.” Sé que mucha gente considera a la Biblia con la única guía moral y creen que en ese libro solo podrán encontrar la verdad y el estándar perfecto de moralidad. Hay muy buenos preceptos, muchos dichos sabios, muchos buenos reglamentos y leyes en la Biblia, y estos están mezclados con malos preceptos, con refranes tontos, con reglas absurdas y leyes crueles.
Pero debemos recordar que la Biblia es una colección de libros con muchos siglos de diferencia, y que en parte representan el crecimiento e historia de un pueblo.También debemos recordar que los escritores tratan varios temas. Mucho de estos escritores no tienen nada que decir acerca de lo es correcto o incorrecto, acerca del vicio o la virtud.


La historia de Job conmueve el corazón de cualquier hombre bueno. En este libro hay algo de poesía, algunos pathos, y algo de filosofía, pero la historia de este drama llamado Job, es despiadada hasta el último grado. Los hijos de Job son asesinados para resolver una pequeña apuesta entre Dios y el Diablo. Más tarde, Job permaneció firme, otros niños son concedidos en lugar de los asesinados. Nada, sin embargo, se hizo por los niños que fueron asesinados.


En conjunto, el Viejo Testamento no puede ser considerado una guía moral. Jehová no era un Dios moral. Tenía todos los vicios, y carecía de todas las virtudes. Por lo general llevaba a cabo sus amenazas, pero nunca mantuvo fielmente una promesa. Al mismo tiempo, debemos recordar que el Viejo Testamento es una producción natural, fue escrita por salvajes que lentamente estaban trepando hacia la luz. Debemos darles crédito por las cosas nobles que dijeron, y debemos ser lo suficientemente caritativos para excusar sus faltas e incluso sus crímenes.


Admito que hay muchas buenas cosas en el Nuevo Testamento, y si quitamos de ese libro los dogmas del sufrimiento eterno, de la venganza infinita, de la expiación, del sacrificio humano, de la necesidad de derramar sangre; si desechamos la doctrina de la no-resistencia, de amar al enemigo, la idea de que la prosperidad es el resultado de la maldad, que la pobreza es una preparación para el paraíso, si nos deshacemos de todo esto y tomamos los buenos, sensibles pasajes, aplicables para llevar a cabo, entonces podemos hacer una muy buena guía moral, restringida, pero moral.
Por supuesto, muchas cosas importantes serian dejadas de lado. No tendrías ningún derecho humano, nada a favor de la familia, nada para la educación, nada para la investigación, para el pensamiento y la razón, pero aún tendrías una muy buena guía moral. Por otra parte, sí tú tomas los pasajes tontos, los extremos, puedes hacer un credo que satisfaga a un manicomio. Si tomas los pasajes crueles, los versos que inculcan el odio eterno, versos que se retuercen y sisean como serpientes, puedes hacer un credo que conturbe el corazón de una hiena. Puede ser que ningún libro tenga mejores pasajes que los del Nuevo Testamento, pero ciertamente ningún libro contiene peores. Debajo de la flor del amor encontraras la espina de odio; en los labios que besan, encontraras el veneno de la cobra. La Biblia no es una guía moral. Todo hombre que sigue ciegamente todas sus enseñanzas es un enemigo de la sociedad y probablemente terminara sus días en una prisión o un manicomio.
¿Qué es entonces, o puede ser llamado, una guía moral? La respuesta más breve posible es una palabra: Inteligencia. Queremos la experiencia de la humanidad, la verdadera historia de la especie. Queremos la historia del desarrollo intelectual, del crecimiento de la ética, de la idea de justicia, de conciencia, de caridad, de abnegación. Queremos conocer los caminos y carreteras que han transitado la mente humana. Estos hechos en general, estas historias en perfil, los resultados alcanzados, las conclusiones formadas, los principios evolucionados, en conjunto, constituiría la mejor guía moral concebible. No podemos depender de los llamados “libros inspirados,” o las religiones del mundo. Estas religiones están basadas en lo supernatural, y de acuerdo con ellas estamos bajo la obligación de adorar y obedecer algún ser supernatural, o seres. Todas estas religiones son inconsistentes con la libertad intelectual. Son los enemigos del pensamiento, de la investigación, de la honestidad mental. Destruyen la virilidad del hombre. Prometen recompensas eternas por creer, por la credulidad, en lo que ellos llaman fe. Esto no es solo absurdo, sino que es inmoral.


Estas religiones enseñan las virtudes de los esclavos. Convierten a objetos inanimados en sacros, y a falsedades en sagradas. Crean crímenes artificiales. El comer carne los Viernes, el disfrutar del Domingo, el comer en los días de ayuno, el ser feliz en la Cuaresma, el cuestionar a un sacerdote, el pedir evidencias, el negar un credo, el expresar sincero pensamiento de uno, todos estos actos son pecado, crímenes en contra de un dios, El dar una opinión honesta sobre Jehová, Mahoma o Cristo, es mucho peor que calumniar maliciosamente al prójimo. El cuestionar o dudar de los milagros, es mucho peor que negar hechos conocidos. Solo los obedientes, los crédulos, los serviles, los subyugados, los mansos, los que no cuestionan, los verdaderos creyentes, son considerados como morales, como virtuosos. No es suficiente ser honesto, generoso y útil; no es suficiente ser gobernado por las evidencias, por los hechos. Además de esto, tienes que creer. Estos son los enemigos de la moralidad. Estos subvierten todas las concepciones naturales de la virtud.


Todos los “libros inspirados,” enseñando que los mandamientos de lo supernatural están en lo correcto, y están en lo correcto por que fueron comandados, y lo que lo supernatural prohíbe está mal, y está mal porque fue prohibido, son absurdamente no filosóficos. Y todos los “libros inspirados,” enseñando que solo los que obedecen a los mandamientos de lo supernatural son, o pueden ser, verdaderamente virtuosos, que esa fe ciega será recompensada con felicidad eterna, son groseramente inmorales. Devuelta digo: La inteligencia es la única guía moral.

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Acabo de llegar a mi cuarto, querida Livy, Creo que ésta fue la noche más memorable de mi vida. Por George, no estaba tan excitado desde cuando nací. Escuche cuatro discursos de los que nunca me olvidare... uno por esa esplendida vieja alma, el Cnel. Bob Ingersoll, — oh, era solo la suprema combinación de palabras del Ingles que jamás se han puesto juntas desde que el mundo comenzó. Alma mía, cuan atractivo se veía, mientras permanecía de pie sobre esa mesa, en el medio de esos 500 hombres gritando, ¡y derramando la plata fundida de sus labios! ¡Señor, que órgano es el discurso humano cuando es empleado por un maestro! Todos estos discursos tal vez se vean aburridos escritos, pero como fulminaba la luz alrededor de ellos cuando fueron pronunciados, y como la multitud bramó en respuesta! Fue una gran noche, una noche memorable.

Mark Twain, en una en una carta a su esposa "Livy" (14 de Noviembre de 1879)


Fuente:
http://www.quedelibros.com/autor/31802/Ingersoll-Robert-Green.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_G._Ingersoll
http://es.wikiquote.org/wiki/Robert_G._Ingersoll
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