Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
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Las religiones como máquinas de felicidad y sus consecuencias éticas
Hoy pretendo reflexionar sobre un tema un tanto espinoso, la relación entre la búsqueda de la verdad y la felicidad.
Traigo este tema a colación por estar incluido en un argumento que frecuentemente escucho en ciertos creyentes y es el siguiente:
“Qué importa si esto es o no verdad, a mí me hace feliz y punto”
Tengo el objetivo de analizar ciertas cuestiones relacionadas con dicho argumento.
Desde luego que hay maneras clásicas de objetar esto si es que a uno realmente le interesa la verdad, una de ellas es el siguiente símil:
“Supongamos que creo que hay un millón de dólares enterrados en mi patio. Esa creencia me hace muy feliz, increíblemente feliz. Pero esa creencia, por muy feliz que me haga, no hace a esa creencia algo verdadero”
Y a esto añado lo mencionado por Carl Sagan “Nuestros gustos no determinan la realidad” y sin dejar de mencionar que William Clifford en su ya icónico ejemplo del barco mercante ha hablado de cómo emprender una búsqueda honesta de la verdad en la que la fe, por muy sincera y reconfortante que sea, no tiene lugar. O mencionando a Ayn Rand “Las emociones no son herramientas de conocimiento”.
Pero no es eso lo que busco decir ahora, así que invirtamos la relación y en lugar de enfocarla desde la búsqueda de la verdad, hagámoslo desde la felicidad. Y con esto no pretendo decir a nadie cómo ser feliz, pues ello sería la mayor de las tiranías. Más bien quiero conteste, amigo/a lector/a, la siguiente pregunta:
¿Qué precio estás dispuesto a pagar para alcanzar la felicidad?
Para hacer más fácil la cuestión, y teniendo en cuenta la relación de ésta pregunta con la búsqueda de la verdad enfocada desde el lado de la felicidad, propongo una modificación del experimento mental de Nozick, teniendo en mente la definición de verdad como “estado de concordancia del contenido de una proposición con la realidad”
Desde luego que habrá quien objete ¿qué es la realidad? Para lo cual puedo responder que la realidad es el conjunto de objetos y eventos concretos que se encuentran en situación de interacción y que muestran características y propiedades objetivas. Dichas propiedades se refieren a las regularidades uniformes que los objetos y eventos muestran independientemente de nuestros deseos y nuestra voluntad y que además se pueden verificar de modo independiente (siendo lo objetivo un sinónimo de “concordancia intersubjetiva”). El contexto de investigación decidirá qué propiedades son útiles a la hora de describir un ente pues, por ejemplo, no son lo mismo las propiedades fisicoquímicas de un ente que las propiedades psicológicas de un ente (en el caso de que dicho ente sea humano).
Una vez sorteado tal escollo, vamos al experimento mental
Suponga que la humanidad ha avanzado tanto en términos tecnológicos que ha fabricado una máquina de la felicidad, la cual requiere que usted se conecte y, por ende, pierda contacto con la realidad para siempre. Esta máquina, a cambio, puede ofrecerle una serie infinita de crecientes dosis de felicidad total (que incluya ya sea lo físico, mental, espiritual, lo que quieras), cada una mayor que la anterior sin final, pues esta máquina puede mantenerlo vivo para siempre y no falla, no se descompone, de manera que todo esto está garantizado.
¿Se conectaría usted a dicha máquina? No hace falta complicarse con la respuesta, porque no hay respuestas incorrectas, solo diga “Sí” o “No” y no olvide justificar su respuesta.
Por lo que he visto de los sistemas religiosos de mayor difusión (cristianismo, judaísmo, islam, budismo, hinduismo e incluso la primitiva religión guaraní) todos parecen comportarse de modo análogo a esa máquina. Todas ofrecen una felicidad suprema y garantizada a cambio de ciertos sacrificios (incluyendo aislarse de ciertos aspectos de la realidad, como el mal gratuito, la síntesis evolutiva moderna, la teoría del big-bang, el funcionamiento de la mente humana, el origen evolutivo de la moralidad y un largo y variado etcétera, pues no todas las religiones hacen la vista gorda a los mismos fenómenos de la realidad) hechos de determinada manera. Todas ofrecen un manual de instrucciones sobre cómo conectarse a la máquina.
A título personal, no me parece mala idea que haya personas que hayan decidido conectarse a la máquina y que estén tratando de cumplir lo dicho en sus respectivos manuales de instrucción. Lo que no me parece bien, y puede argüir aquí bastante, son las consecuencias éticas que dicha decisión de conectarse puede tener sobre terceras personas. Hay máquinas más éticamente buenas que otras y, de hecho, cada vez más veo “máquinas personalizadas” a gusto de cada persona, siendo dichas máquinas más éticamente buenas que las originales (pero todas tienen el efecto colateral de afectar negativamente a terceros, aunque sea en grado mínimo). Como sea, el límite que no debe cruzar cualquier persona que esté planeando conectarse o cualquier conectado (digo esto apuntando a las religiones dhármicas que ofrecen los resultados de sus doctrinas ya en esta vida, sin esperar a una vida post-mortem) es el límite de los derechos ajenos, siendo esta la única limitante que es necesaria para la búsqueda de la felicidad en general. Algo que tampoco me parece bien es la pretensión de ciertos conectados, de ciertas personas que hablan en nombre de los conectados y/o quienes están tratando de cumplir su manual de instrucciones es el hecho de coaccionar a través de distintos medios (como la sutil amenaza de la tortura eterna, o la treta de que esta vida y sus sufrimientos son una consecuencia de un ente supervillanesco que nos maneja y del cual solo es posible librarse conectándose a la máquina, o la treta de que realmente nos estamos perdiendo de algo, entre muchas otras) para todas las personas se conecten a su máquina o a cualquier máquina. Ese es justamente un principio de tiranía, la tiranía de imponer un único tipo de felicidad, la tiranía de no respetar el derecho ajeno a poder decir NO. Sobre todo si ese NO está justificado por la falta de evidencias, por la pobre calidad de los argumentos y por otras posturas filosóficas personales.
En mi caso particular, mi negativa a conectarme a la máquina, además de tener fundamento gnoseológico (por la exigencia de evidencias y buenos marcos argumentales) también está basada en mi visión de que la felicidad está sobrevalorada y que la felicidad que obtengo por mi compromiso por la búsqueda de la verdad (o más precisamente, mi deseo por alejarme del autoengaño tanto como pueda) tiene un sabor peculiar, si bien menos intenso que la felicidad obtenida del autoengaño, es un sabor que hasta ahora nada puede igualar. Esta felicidad de hecho es un colateral, no es algo buscado por mí, de la búsqueda por la verdad que he emprendido hace un tiempo y que me llevó directo al escepticismo (y su derivado, el ateísmo). De manera que sí es posible una felicidad sin conectarse a la máquina, y que a la vez encaja perfectamente con una postura ética (en mi caso, es una postura humanista con ciertos toques objetivistas y un poco de la moral del satanismo laveyano) y que hace más llevadera la vida en el más acá. Aclaro que es una felicidad imperfecta y frágil, desde luego, pero a quien le incomode eso le recomiendo explorar el término wabi-sabi del arte japonés, que consiste en la apreciación de la fragilidad e imperfección de todo. Y verá que esas cualidades no son necesariamente un inconveniente.
Insto en particular a los lectores a no dejar de hacerse buenas preguntas, no dejar el espíritu escéptico o en caso de que decidan conectarse a la máquina, ser considerados con los derechos de terceros, no recurrir malabarismos morales y dialécticos y respetar el derecho ajeno a decir NO.
Sin nada más que agregar, me aboco a leer sus respuestas y otros comentarios.
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Ibrahinm SciMath", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Ibrahinm" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.
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