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La Sangre de San Gennaro (Colaboración)

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Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)



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Desmitificando mitos (II)


En sucesivas contribuciones iremos presentando los argumentos que, a nuestro juicio, desenmascaran pretendidos hechos, aseveraciones y creencias impuestos por la Iglesia Católica (y también otras Iglesias cristianas y otras religiones) para convencer a sus fieles de la realidad de su Dios, su infinita bondad y la prometida salvación de su rebaño. Amigo creyente, le invito a meditar estas líneas y, si tiene argumentos para rebatirlas, le pido por favor que me los haga llegar. Será un placer intercambiar con usted nuestras diferentes opiniones.

Las contribuciones las realizaré, si el propietario del blog lo permite, en el siguiente orden:

2) La sangre de San Gennaro
3) El santo sudario 
4) La Virgen de Fátima y el Milagro del Sol
5) Las estatuas que lloran
6) Los milagros de Lourdes
7) La corona de espinas de Notre Dame de Paris
8) Los estigmas de Cristo


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La sangre de San Gennaro


¿Quién era San Gennaro?

Podemos leer en Wikipedia:

San Gennaro, patrono de Nápoles, es un santo obispo mártir para las iglesias católica y ortodoxa. Fue obispo de Benevento (en la región de Campania, Italia) en el siglo III y condenado a muerte durante las persecuciones a los cristianos del emperador romano Diocleciano. Sus captores intentan convencerlo para que reniegue de su fe, pero al no conseguirlo le introducen en un horno de donde sale sin daño alguno, sin que ni siquiera sus ropas sufran el rigor del fuego. Al día siguiente, junto con el diácono y otros cristianos, es trasladado al anfiteatro, donde son echados a las fieras, las cuales no les atacan y se echan a los pies de Gennaro como mansas ovejas. Finalmente, ante tales hechos, deciden llevarlo con los demás cristianos a la plaza Vulcana (sita en la actual Pozzuoli) para ser decapitados. Según la leyenda, la sangre de San Gennaro fue recogida por una mujer llamada Eusebia justo después de su muerte. La recolección de sangre en busca de reliquias era una práctica común en esos días de persecución de los primeros cristianos. Las telas embebidas en la sangre derramada de los mártires o la sangre líquida recogida en frascos se conservaban como artículos devocionales. En las catacumbas estos frascos eran enterrados con los muertos (su descubrimiento indicaba que la persona había muerto como un mártir). En 1497, los restos de San Gennaro fueron trasladados con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, lo honra y venera como su patrono principal. 

Es importante tener en cuenta que todo lo relativo a vida y muerte de San Gennaro comenzó a difundirse por los años 500, o sea 200 años después de su supuesta muerte, por gente que jamás lo había visto ni oído hablar de él. El "milagro" de su sangre no está representado en ningún lugar donde figuran las antiguas representaciones pictóricas del santo (paredes de catacumbas donde los cristianos se reunían). No se sabe si San Gennaro realmente existió y, de ser así, si era napolitano. Parece que el primer registro seguro de la licuefacción de su sangre data del 17 de agosto de 1389 (ver de Blassis, “Chronicon Siculum incerti auctoris”, Nápoles, 1887, 85), en momentos en que Nápoles sufría guerras intestinas, peste y hambruna consecutiva a tener sus rutas bloqueadas. La iglesia, buscando dar esperanza al pueblo, anuncia que su sangre se licuó, por un milagro de Jesucristo, y se producen enormes procesiones (las crónicas del año anterior hablaban de San Gennaro pero no de su sangre). En 1902 se le permitió al profesor Sperindeo pasar un rayo de luz a través de la parte superior del relicario durante la licuefacción y examinarlo espectroscópicamente, concluyendo que existe alguna cantidad de sangre en su contenido.


¿Cómo sucede la ceremonia?

Tres veces al año la sangre es expuesta para su veneración: el sábado que precede al primer domingo de mayo (fiesta del traslado de San Gennaro), el 19 de septiembre (celebración que recuerda su martirio) y el 16 de diciembre (fiesta que lo celebra como patrono de la ciudad). Durante estas ceremonias sus participantes invocan al santo y piden el milagro. En mayo la sangre es llevada desde la Catedral de Nápoles hasta la Basílica de Santa Clara, donde se licua. En septiembre la licuefacción se produce en la Catedral y las ampollas son expuestas al público por siete días para que los fieles las besen (algunos testigos afirman que durante las noches la sangre se solidifica, pero al día siguiente vuelve a licuarse después de rezar nuevamente). En diciembre la bóveda es abierta y si la sangre se encuentra líquida, las ampollas son exhibidas. A veces se suelen producir licuaciones suplementarias durante  las visitas de algunos Papas. El sábado 25 de julio de 2015 durante la visita a Nápoles del Papa Francisco, al besar este la ampolla que la contiene, la sangre se licuó parcialmente. El cardenal napolitano Crescenzio Sepe calificó el hecho de milagro y que era "la señal de que San Gennaro ama a Francisco". La anterior vez que la sangre se licuó delante de un Papa fue en 1848 cuando Pío IX acudió a Nápoles tras huir de Roma debido a una revuelta popular.


En la imagen se observa el relicario de plata que contiene la sangre. La ampolla más grande es un frasquito de diez centímetros de altura y cinco y medio de diámetro. Está llena en más de la mitad con una masa oscura y sólida, totalmente opaca cuando es llevada ante la luz y no muestra ningún desplazamiento cuando el relicario es invertido. La ampolla menor contiene sólo restos de sangre que no se licua. Ambos frascos parecen estar fijados en la cavidad del relicario por medio de algún poderoso pegamento, pues están herméticamente sellados. Debido al hecho que la masa oscura en el frasco está protegida por el grosor del cristal del relicario, presumiblemente es poco afectada por la temperatura del aire exterior.


El día de la ceremonia, un sacerdote expone el relicario en el altar de forma solemne, frente a una urna que contiene la cabeza del santo. El oficiante usualmente toma el relicario por sus extremos, sin tocar el cristal, y de cuando en cuando lo voltea hacia abajo para advertir cualquier movimiento perceptible en la masa oscura. Los presentes empiezan a rezar. Después de un intervalo de duración variable, usualmente no menos de dos minutos o más de una hora, se ve que la masa gradualmente se separa de los lados de la ampolla. La sangre se vuelve líquida y de un color más o menos carmesí, y en algunas ocasiones comienza a derretirse y a burbujear, aumentando su volumen. Entonces el oficiante anuncia: “Il miracolo é fatto”, se canta un Te Deum y el relicario conteniendo la sangre licuada es llevado a la balaustrada del altar donde los fieles pueden venerarlo besando el depósito.


¿Qué dice la Iglesia Católica?

Más o menos textualmente la iglesia dice:

Mientras que muchos escépticos se cuestionan sobre la historicidad de San Gennaro, nadie puede explicar el milagro que ocurre con la reliquia del santo que se conserva en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles, Italia. Se trata de un suceso maravilloso que ocurre periódicamente desde hace cuatrocientos años. Sobre la autenticidad de la sangre de san Gennaro, un grupo de científicos de la Universidad de Turín aseguró hace años que la sustancia contenida en las dos ampollas que guarda el relicario es sangre auténtica. Los científicos reconocieron entonces que no podían explicar por qué el polvo se vuelve sangre un día determinado y luego de nuevo polvo, hasta la precisa fecha siguiente. Este es el milagro, la Iglesia permite el culto y los napolitanos no admiten dudas al respecto. Si fuera un truco sería necesario admitir que todos los arzobispos de Nápoles y un sinnúmero de eclesiásticos eminentes por su saber y muchas veces por su gran santidad fueron cómplices del fraude. Además, en todos estos cuatrocientos años, ninguno de los que bajo la suposición de un fraude han estado en alerta, ha dado alguna explicación o revelado cómo ocurre el aparente milagro. Un fuerte testimonio de esta verdad es el hecho de que incluso en estos tiempos los oponentes racionalistas a una explicación sobrenatural están totalmente en desacuerdo sobre cómo debe ser el fenómeno.


¿Qué dice la ciencia?

Según la iglesia católica, la ciencia no ha logrado explicar el fenómeno. ¿No? Veamos que dice la ciencia.

Para los científicos, este comportamiento es habitual en fluidos denominados no newtonianos, en particular en los materiales denominados pseudoplásticos, que se comportan como sólidos cuando están en reposo y se vuelven más fluidos cuando se someten a algún tipo de esfuerzo. En la revista científica Nature se publicó en 1991 un artículo que explica el fenómeno de la licuefacción para elementos como cloruro férrico y carbonato cálcico, añadidos con sal. No obstante, no se sabe si estos son en esencia los compuestos de la sangre de la ampolla, pues se desconoce el contenido. Las ampollas que contienen las reliquias son, en principio, apenas manipuladas, o sea, retiradas de la bóveda, trasladadas, mostradas al público, en síntesis, son sometidas a una suave agitación mecánica. El fenómeno que permite a algunas substancias licuarse cuando son agitadas y solidificarse cuando están en reposo se llama tixotropía.  Luigi Garlaschelli de la Universidad de Pavia, Franco Ramaccini de Milán y Sergio Della Sala del Hospital San Paolo de Milán, son los autores del artículo en la revista Nature, en el cual describen la propiedad tixotrópica de una sustancia que bien podría reproducir los fenómenos relatados. En este artículo se obtiene una solución coloidal de Hidróxido de Hierro, FeO(OH). Para su preparación es necesario cloruro de hierro (FeCl3), carbonato de calcio (CaCO3)  y cloruro de sodio (NaCl), además de agua destilada. Las tres primeras substancias se encuentran fácilmente en la naturaleza, la primera en lavas volcánicas, la segunda en la piedra caliza, la tercera es sal común. En cuanto al agua destilada, bien puede ser sustituida por agua de lluvia. El problema del método de Garlaschelli es que usa una técnica llamada diálisis para generar la solución. La diálisis es un proceso similar al colado, sólo que el colador tiene agujeros del tamaño de poros. Garlaschelli la usa en este caso para remover el cloruro férrico y de calcio sobrantes. La diálisis en sí no requiere de gran sofisticación y hasta pueden emplearse intestinos de animal como membrana porosa, pero lo cierto es que su uso recién fue establecido en el siglo XIX. Sin embargo Van Helmont, médico y químico belga (1577-1644), demostró experimentalmente que la sal diluida en agua puede pasar a través de una vejiga que oficia como membrana dializadora. Probablemente no fue el primero en observar el fenómeno. Es sabido que Hipócrates usaba fieltro como filtro de agua. Obviamente que todos estos argumentos no pueden demostrar que la técnica fuera conocida en el siglo XIV cuando se relata por primera vez el milagro de Nápoles. Por eso es que Garlaschelli preparó una segunda mezcla sin el uso de la diálisis. Las propiedades de la solución que usa diálisis son extremamente parecidas a las de la sangre de San Gennaro: se licua con suaves movimientos, como los que un sacerdote podría realizar. Tiene además un color muy semejante. La solución sin diálisis también mostró propiedades similares, sólo que como su purificación no fue completa, se deteriora más rápidamente. 

Un segundo test realizado por Michael Epstein y el propio Garlaschelli en 1992, permitió obtener el espectro de las substancias y compararlo con el del contenido de la ampolla de San Gennaro en 1902 reportado por el profesor Sperindeo. Ambos espectros mostraron características similares, y los dos se parecen de manera genérica al espectro de la sangre. Un espectro es la "firma" de una sustancia, es decir, es único y así permite discernir entre sangre humana y sangre sintetizada. Pero el método es indiscutible sólo cuando se cuenta con equipo suficientemente potente y cuando la sustancia estudiada está completamente aislada. Ambas características están ausentes en el experimento de 1902, primero porque aún no se empleaba fotografía para registrar los espectros, y segundo porque la solución no fue retirada de las ampollas y la observación se encuentra contaminada por el vidrio de estas y del relicario que las contiene. En la reproducción de aquel estudio de 1902 realizada por Epstein y Garlaschelli, se tuvo en cuenta estos hechos y se empleó un espectroscopio similar a los de principios del siglo XX, colocando las muestras dentro de vidrios semejantes a los producidos en el siglo XIV. La respuesta final al "milagro" de la sangre de San Gennaro sólo ocurrirá cuando la Iglesia autorice el estudio de las substancias dentro de las ampollas (Garlaschelli nunca pudo examinar su contenido). De todas formas, aún de demostrarse que la sangre es en realidad una gelatina tixotrópica, difícilmente conoceremos la historia de su origen, su inventor y sus propósitos. 

Tres modificaciones principales se han descrito en este fenómeno: cambio de peso, cambio de color y cambio de estado. Entre 1902 y 1904 el relicario fue pesado en una balanza relativamente exacta para la época. Se encontró que el peso cuando la sangre llenaba toda la cavidad excedía en 26 gramos el peso cuando parecía medio llena. Pero con instrumentos modernos ultrasensibles el biólogo napolitano Giuseppe Geraci en 1973 no encontró ninguna variación. Nadie ha hecho un estudio colorimétrico para saber si realmente la sangre cambia de color. Para explicar el cambio del estado sólido al líquido, hemos visto más arriba que hay líquidos cuya viscosidad no es constante (tixotropía).

La hipótesis del calor para explicar la licuefacción parece muy improbable. Rara vez la licuefacción ha dejado de ocurrir en las exposiciones de mayo o septiembre (verano), pero en la del 16 de diciembre la masa permanece sólida más frecuentemente. Es por eso que podría considerarse el fenómeno de la licuefacción como consecuencia de los efectos del calor. El calor producido por las manos del oficiante, la apretada multitud de fieles, las luces del altar y en particular la vela que antiguamente se ponía cerca al relicario para permitir a la gente ver que la masa estaba opaca, combinado con el aumento de la temperatura del aire, sería capaz de derretir la sustancia. Sin embargo, esta teoría no explica adecuadamente los fenómenos observados. Desde hace más de un siglo se han realizado cuidadosas mediciones de la temperatura del aire en las cercanías de la reliquia y se han guardado registros. Muchas veces cuando el termómetro ha estado a 25 grados centígrados y hasta más, la licuefacción se ha demorado hasta por veinte minutos e inclusive por cuarenta. Por otro lado, el contenido del relicario algunas veces se fundió en un tiempo considerablemente menor estando el termómetro en 18 o 15 grados. Pero la explicación del calor sí podría aplicarse a un caso similar en Amaseno (Prov. de Frosinone, festividad de San Lorenzo), en el que Garlaschelli halló una sustancia que fría es sólida y se licua con el calor.

Movimientos leves no licuan esa sustancia, se necesitan sacudidas fuertes dice la ciencia. Esto podría ser manipulado a voluntad por el sacerdote que lleva la ampolla. ¿Pero si el contenido fuera realmente sangre? Esta posibilidad es aportada en un estudio más reciente de Geraci. Sostiene que es sangre humana verdadera y para probarlo extrae su propia sangre, agrega algunos gérmenes similares a los que podrían encontrarse en el momento de la toma de sangre de aquella época, la mantiene encerrada y quieta por más de un año. Luego la invierte varias veces y se licua. Este resultado es extensible a todas las otras reliquias de sangre que se licuan. Hay varias, no solo S. Gennaro: reliquias de San Esteban en el monasterio de las Clarisas en Nápoles, San Lorenzo en la iglesia de San Gregorio, San Juan Bautista en la iglesia de Jesús Viejo, San Pantaleón, San Luis Gonzaga en la iglesia de Santa María de la Redención de los Pecadores, San Alfonso se licuaría cada 2 de agosto, Santa Patricia, co-patrona de Nápoles (hoy se sabe que nunca existió), licua su sangre todos los martes de mañana bajo los cánticos de las monjas).


Mis comentarios

Más allá de las explicaciones religiosas o científicas, y de entrar en si "se licuó, no se licuó, si lo hizo parcialmente, se invirtió el relicario o no, se agitó más o menos, la temperatura influye o no, qué contiene la ampolla, días en que se licua y días en que no, existencia de otros fenómenos similares (cf. supra)", debemos analizar el fenómeno desde un punto de vista más global, que involucre el proceder de la iglesia desde sus orígenes hasta hoy, en el contexto de las innumerables falsedades e inventos que esta organización ha obrado frente al pobre crédulo ignorante (sin ánimo peyorativo alguno) y desamparado, necesitado de un refugio y explicaciones, para mantenerlo subyugado a su poder y ser, a la vez, sostén del mismo. 

En este sentido les recomiendo vivamente la lectura de la monumental obra del prestigioso historiador alemán Karlheinz Deschner fallecido en 2015 (Historia criminal del cristianismo, Ed. Martínez Roca, Barcelona, diez volúmenes publicados dentro de la colección "Enigmas del Cristianismo" a lo largo de los últimos 45 años, con casi 6.000 páginas y miles de citas o indicaciones de fuentes). Y permítaseme hacer un breve aparte sobre este autor porque lo considero fundamental en el desenmascaramiento del cristianismo. El aporte principal de Deschner fue elaborar un extenso relato global del cristianismo a partir de una auténtica investigación histórica con todo tipo de documentación, mostrando aspectos que siempre se habían silenciado o tergiversado por historiadores precedentes. En ella desenmascara, en forma implacable y demoledora, siglo a siglo, época a época, período a período, las guerras, masacres, torturas, ejecuciones atroces, violaciones, traiciones, mentiras, engaños, odios, y toda serie de mezquindades dogmáticas y conductas hipócritas en las que incurrieron a través de los siglos todo tipo de sectas, confesiones y príncipes cristianos y muy en particular la iglesia católica. Su erudición y agudeza son tales que muchos lo consideran «el mayor de los críticos de la iglesia en el siglo XX» En 1971 fue citado a comparecer ante un tribunal en Nuremberg acusado de difamar a la iglesia católica. Ganó el proceso con una sólida argumentación, pero la iglesia reaccionó rodeando sus obras con un muro de silencio que no se rompió definitivamente hasta los años ochenta, cuando sus obras comenzaron a publicarse fuera de Alemania (hoy están traducidas a doce idiomas). Como reconocimiento por su obra y esfuerzos por combatir la ignorancia, en 1988 le fue concedido el prestigioso premio Arno Schmidt, en junio de 1993 recibió el Premio Büchner alternativo y en julio del mismo año el Premio Humanista Internacional. En septiembre de 2001 recibió el Premio Fischer y en noviembre del mismo año el Ludwig Feuerbach. Los volúmenes se pueden conseguir en algunas librerías o bajarlos de la web https://laicismo.org/2014/historial-criminal-del-cristianismo/61485.

Vuelvo al tema que nos ocupa. En primer lugar, ¿qué hay dentro de la ampolla mayor? ¿Lo sabemos? A lo largo de sus dos mil años de historia la iglesia católica nos tiene acostumbrados a numerosos embustes, incontables falsificaciones, mentiras presentadas como "palabra de Dios". ¿Por qué no puede ser este caso uno más? Es lo que creo, pero por supuesto no lo puedo asegurar sin pruebas definitivas, de lo contrario me contradeciría a mí mismo. ¿Tengo pruebas absolutas? Todavía no, sólo parciales. La iglesia se niega a permitir una investigación más profunda, por ejemplo, tomar una muestra del contenido de la ampolla mayor y analizarla a la luz de la ciencia de hoy. Eso no afectaría en nada la posibilidad de un milagro ni modificaría el contenido de la ampolla. Sólo permitiría conocer sin ninguna duda cual es su naturaleza. La negativa es muy significativa... 

Un punto menor, pero que no debe ser soslayado, es la posibilidad de intervención de alquimistas medievales o renacentistas. Crear una sustancia similar a la sangre era ya posible en el medioevo. En el 1300 y utilizando productos minerales del Vesuvio se podía obtener una sustancia que se hacía líquida al ser agitada.  Obviamente, no tenemos pruebas de la intervención de estos pseudocientíficos. La práctica de la alquimia era conocida desde siglos atrás y hacia finales del siglo XIII, se había desarrollado hasta un sistema de creencias bastante estructurado que no coincidía en muchos aspectos con la doctrina de la iglesia. En el 1317, Juan XXII promulgó la severa bula Spondent Pariter en contra de los alquimistas. Corriendo el 1700 el Príncipe Raimundo di Sangro, de la nobleza de Sansevero, alquimista, esoterista, masón y estudioso de la circulación sanguínea, habría reproducido en su laboratorio un fenómeno análogo al de la licuefacción de la sangre de San Gennaro. 

Por las circunstancias que se indican en la primera parte parece que la sangre puede licuarse en distintos momentos, como si fuera "a voluntad". ¿Por qué la sangre se licua en fechas litúrgicas religiosamente significativas? Bueno, sencillamente porque es en esas fechas, o en otras muy especiales como la visita de algún Papa, que es retirada de su caja fuerte y expuesta a los fieles. ¿Qué pasaría si la moviéramos otro día? Habría que verlo pero, por supuesto, la iglesia no lo permite.


Alberto Cirio


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(*) Nota Final:

El autor de esta publicación es "Alberto Cirio", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Alberto" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.


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Ver Articulo: Países con más Ateos

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"Las creencias antiguas son difíciles de erradicar incluso aunque sean demostrablemente falsas"

 Edward O. Wilson







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