Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
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En sucesivas contribuciones iremos presentando los argumentos que, a nuestro juicio, desenmascaran pretendidos hechos, aseveraciones y creencias impuestos por la Iglesia Católica (y también otras Iglesias cristianas y otras religiones) para convencer a sus fieles de la realidad de su Dios, su infinita bondad y la prometida salvación de su rebaño. Amigo creyente, le invito a meditar estas líneas y, si tiene argumentos para rebatirlas, le pido por favor que me los haga llegar. Será un placer intercambiar con usted nuestras diferentes opiniones.
Las contribuciones las realizaré, si el propietario del blog lo permite, en el siguiente orden:
7) La corona de espinas de Notre Dame de Paris
8) Los estigmas de Cristo
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Desmitificando mitos (VIII)
Los Estigmas de Cristo
Los estigmas (del latín stigma, y a su vez del griego στίγμα) son señales o marcas que aparecen de forma espontánea en el cuerpo de algunas personas, casi siempre místicas extáticas cristianas. Hasta el siglo XVIII, se llamaban estigmas a las incisiones practicadas por los fieles paganos en honor a sus dioses o a las marcas en forma de cruz que los primeros cristianos se hacían en los brazos para testimoniar su fe. Por esto se habla de los estigmas como fanatismo, como fraudes píos que quieren transmitir a los fieles la genuina fe de los estigmatizados, en un intento sincero de sumar devotos a sus creencias. Estas heridas son similares a las infligidas sobre Jesús de Nazareth durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional, y van precedidas y acompañadas de tormentos físicos y morales. Suelen aparecer en las manos, pies, costado izquierdo y a veces en la cabeza y en las espaldas, lo que recuerda la crucifixión, la coronación de espinas y la flagelación de Jesús. Los estigmas pueden ser visibles o no, sangrientos o no, permanentes o no. Las iglesias cristianas postulan algunas estigmatizaciones como milagro, pero reconocen que muchas son causadas por el mismo sujeto que las porta, ya sea intencionalmente o por causas de origen psicosomático. El Vaticano acepta algo más de trescientos casos de estigmatizados y un sondeo histórico mostró que cerca de una quinta parte de ellos termina siendo beatificada o canonizada. Eran todos católicos y más de un tercio provenía de Italia y el resto mayormente de Francia, España y Portugal, países católicos apostólicos romanos (últimamente hay unos pocos que pertenecen a otros países y diferentes corrientes dentro del cristianismo). Del total hay siete mujeres por hombre y una alta proporción eran sacerdotes enclaustrados o monjas: 109 provenían de la orden de los dominicos y 102 de los franciscanos (66% del total), por lo que hay un 34% de laicos (Biot, "El enigma de los estigmas", 1962).
Algunos estigmatizados famosos
Suele considerarse a San Francisco de Asís (1181-1226) como el primer estigmatizado (en realidad el primer caso en la historia sería el de la beata María de Oignies (1177-1213), pero pasó prácticamente inadvertido). La estigmatización de Francisco de Asís destaca por la cantidad de testigos, unos pocos en vida, pero luego de su muerte fueron numerosos los que vieron sus llagas. Uno de ellos llamado Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, al dudar de estas sagradas llagas (incrédulo como Tomás) tocó las manos, los pies y el costado del santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos. Desde entonces se convirtió en un testigo calificado de esta verdad y la confirmó bajo juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados. Pero su decidido afán de imitar a Jesús, su "inmensa capacidad para el sacrificio" y el hecho de que fuera "hijo de la Iglesia hasta la médula" (Coulson, 1958) podrían haber llevado a Francisco a adoptar una pía impostura.
La religiosa Sor Agnes Sasagawa (en Akita, Japón) recibe el 28 de junio de 1973 los estigmas de Jesús. Ese día una llaga en forma de cruz apareció en la palma de su mano izquierda. Sangraba profusamente y le causaba gran dolor, mientras una imagen de madera de la Virgen María sangraba también, desde llagas aparecidas en la mano derecha, y sudaba con una fragancia "celestial", en la Capilla del Convento de la Orden de las Hermanas Custodiadoras de la Eucaristía. El 22 de abril de 1984, después de ocho años de investigación y habiendo consultado con la Santa Sede, el milagro fue aprobado por el obispo de la diócesis de Niigata, Monseñor John Shojiro Ito. Declaró que los eventos de Akita son de origen sobrenatural y autorizó en toda la diócesis la veneración de la Santa Madre de Akita. La Santa Sede lo aprobó en 1988, por intermedio del Cardenal Joseph Ratzinger, quien después sería el Papa Benedicto XVI.
En septiembre de 1918, el Padre Pío se convirtió en el primer sacerdote en la historia de la Iglesia en presentar estas marcas, y fieles de todo el mundo lo comenzaron a visitar. Exhibió los estigmas durante toda su vida, pero la Iglesia no se ha pronunciado sobre ellos. Él estaba imbuido de una fe sincera, convencido de la existencia de Dios, de los dogmas religiosos, de su ministerio sacerdotal y siempre actuó de acuerdo a sus creencias. En su afán de convencer a feligreses algo incrédulos (y obtener así su salvación, no olvidemos el lado egoísta de la prédica religiosa: Domingo Savio "me intereso en salvar tu alma porque si lo logro tengo asegurada la mía"; San Juan Bosco "preocúpense de los enfermos, los niños, los ancianos y los pobres y ganarán la bendición de Dios", ver nota final), se provocaba estas heridas como parece establecerse a partir de nuevas investigaciones. Según éstas (El Otro Cristo. Padre Pío y la Italia del Siglo XIX (L’altro Cristo. Padre Pio e L’Italia del Novecento), por el historiador Sergio Luzzatto, basado en un documento encontrado en el archivo del Vaticano), el Padre Pío falsificaba sus estigmas vertiendo ácido carbólico (fenol) en sus manos. El documento revela el testimonio de la farmacéutica María De Vito quien dijo que el joven Padre Pío compró cuatro gramos de ácido carbólico en 1919. Afirmó que había pasado un mes con el sacerdote en San Giovanni Rotondo, viéndolo a menudo. Escribió: “Yo era admiradora del Padre Pío y me reuní con él por primera vez el 31 de julio de 1919. El Padre Pío me llamó en secreto y me dijo que no le dijera a sus hermanos, me entregó personalmente una botella vacía y preguntó si me gustaría ser chofer para transportar de Foggia a San Giovanni Rotondo cuatro gramos de ácido carbólico puro. Explicó que el ácido era para desinfectar las jeringas para inyección”. El testimonio fue presentado a la Santa Sede por el Arzobispo de Manfredonia, Pasquale Gagliardi, como prueba que el Padre Pío se producía sus propios estigmas con ácido. Fue examinado por la Santa Sede durante su proceso de beatificación y, al parecer, se desestimó el recurso. El doctor Nicola Silvestri, subdirector sanitario de la casa «Alivio del sufrimiento» («Sollievo della Sofferenza»), afrontó el argumento en una conferencia en el Congreso Internacional «Padre Pío, el hombre, el cristiano, el santo», que se celebró en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» de Roma el 9 y 10 de abril de 2002. «Desde el punto de vista médico –precisó el doctor Silvestri en su conferencia–, los estigmas no pueden considerarse como heridas o llagas, pues no tienden a cicatrizar ni siquiera cuando son curadas. No sufren procesos de infección ni de descomposición, no degeneran en necrosis, no emiten mal olor, sangran y permanecen estacionarias e inalteradas durante años, contra toda ley de la naturaleza». El científico explicó que «sobre estos fenómenos, la Iglesia es justamente severa y sólo tras rigurosos estudios y controles de médicos y teólogos, se ha pronunciado en un número bastante limitado de casos». Para reconocerlos como válidos, siguió diciendo, la Iglesia exige ciertas condiciones que deben caracterizar a este fenómeno: deben aparecer todos al mismo tiempo; deben provocar una importante modificación de los tejidos; deben mantenerse inalterados a pesar de las terapias médicas; deben producir hemorragias; deben carecer de infecciones o supuración y de cicatrización instantánea y perfecta. Hay al menos unos ochenta santos y beatos cuyos estigmas han sido válidamente documentados, reveló el médico. La Iglesia reconoce el fenómeno pero no propone creer con sentencia dogmática o doctrinal en ellos. «Los verdaderos estigmas hasta ahora estudiados se presentan por sus características internas y externas fuera de todas las leyes que regulan la fisiopatología y hay que considerarlos como fenómenos de tipo sobrenatural», concluyó.
El clero Católico Apostólico Romano local acusó al monasterio del Padre Pío de exhibirlo por dinero. Ciertamente, alrededor de él se generó un culto y la venta a los crédulos discípulos de supuestas reliquias, que en realidad eran telas embadurnadas con sangre de pollo. Hace poco leí que la Santa Sede y la Congregación de Capuchinos del padre Pío se disputaban por quien controlaba el negocio de la milagrería que se generaba (sus confesiones fueron tan afamadas que se formaban largas colas ante su confesionario y los capuchinos de San Giovanni Rotondo llegaron a "cobrar entrada", con distribución de números, a quienes querían confesarse con él). Algunos médicos creyeron que sus heridas eran superficiales pero su comprobación era difícil debido a sus supuestos dolores y por estar cubiertas de "espesas costras" de lo que se pensaba que era sangre. Un distinguido patólogo enviado por la Santa Sede notó que más allá de las costras faltaba "todo signo de edema, penetración o enrojecimiento, aun cuando se las examinaba con una buena lupa". De hecho, concluyó que la "herida" del costado no había penetrado la piel en absoluto. Y mientras que en vida Pío siempre mantuvo ocultas sus "heridas" (llevaba puestos unos mitones), a su muerte sólo había piel inmaculada (Ruffin, 1982).
En 1919 la laica mística alemana Teresa Neumann (1898-1962), a sus 21 años quedó paralítica tras caerse mientras intentaba apagar un incendio en el granero de su tío. Sus estigmas comenzaron en 1926, tras tener apariciones de la virgen de Santa Teresa de Lisieux, y resultaron visibles y constatables hasta su muerte. Fueron probablemente los más estudiados de la historia (pero sus estigmas evolucionaron, con el tiempo las heridas fueron cambiando de redondas a rectangulares, probablemente cuando supo cuál era la verdadera forma de los clavos romanos). Como muchos otros estigmatizados, la salud de Teresa era muy precaria (períodos de convulsiones, ceguera, sordera, mutismo, además de la parálisis), efectos que parecerían debidos a hipocondría histérica o, lo más probable, directamente a falsedades, ya que los supuestos malestares evadían el diagnóstico (Rogo 1982; Nickell 1993). Un profesor de apellido Martini dirigió una supervisión de Teresa Neumann y observó que "la sangre fluía de las heridas sólo en las ocasiones en que él era solicitado a abandonar el cuarto", como si ella tuviera que esconder algo para evadir la observación. Martini agregó: "Fue por la misma razón que yo detestaba sus frecuentes manipulaciones por debajo de las mantas de la cama levantadas" (hubo sospechas similares sobre sus supuestas demostraciones de poderes de médium) (Wilson, 1998). Se dice que esta misteriosa mujer vivió durante 40 años sin comer ni beber, sólo con la Eucaristía, lloraba sangre e incluso tenía el poder de la clarividencia. Según declaraban sus seguidores, Teresa Neumann solo tomaba unas gotas de agua en una cucharilla; más adelante, ni siquiera eso. Éste caso no es único en la historia del misticismo, pues otras personalidades místicas experimentaron el mismo fenómeno: Angela de Foligno (durante 12 años), Catalina de Siena (8 años aproximadamente), Elisabeth de Reute (más de 15 años), Liduina de Schiedam (28 años), Nicolás de Flüe (20 años); sin embargo, el caso de Teresa Neumann es el más estudiado. El ayuno fue evaluado por la curia de Ratisbona. En julio de 1927 un médico y cuatro enfermeras franciscanas la vigilaron durante 24 horas al día durante dos semanas. Confirmaron que no había comido nada excepto una ostia consagrada un día, y no padeció efectos adversos, pérdida de peso ni deshidratación. Sin embargo, ningún investigador escéptico pudo corroborarlo.
La inedia (ausencia de alimentación, también llamada "respiracionismo") es una concepción religiosa (principalmente propagada por la religión hinduista) que sostiene que los alimentos y el agua no son necesarios, y que es posible mantenerse exclusivamente por el praná del aire (palabra en sánscrito que significa ‘aire inspirado’ o energía vital) a través de la respiración. En el marco científico, la visión mística del concepto praná carece de fundamento por no haberse podido demostrar nunca su existencia y/o efectos. De hecho, desde finales del siglo XX se han producido varias muertes por seguir el respiracionismo. Por otra parte, se han desenmascarado muchos casos de inedia, los más famosos fueron los del indio Prahlad Jani, que aparentemente se alimentaba a escondidas, y de la predicadora respiracionista australiana Ellen Greve (que dicho sea de paso ha conseguido una fortuna con sus conferencias y la venta de sus libros), que casi se muere cuando fue sometida a un control estricto. Para mayores detalles sobre la inedia ver https://es.wikipedia.org/wiki/Inedia. La Iglesia Católica no ha confirmado ni negado la inedia ni los estigmas de Teresa Neumann.
La supuesta primer estigmatizada de México, Elizabeth Sánchez García, mostró el 26 de mayo de 2003 los primeros estigmas. Dijo era una suerte de “regalo” de la Virgen María. “Ella me dijo ‘no me temas’, me mencionó que me daría unos ‘regalos’ y que tenía que trabajar. Le dije ‘qué tengo que hacer señora’, segundos después sentí un gran dolor en la frente, después en las manos. Era un momento de sentimientos encontrados, ya que presentaba dolor, miedo, pasión y mucha alegría por recibir estas señales”. Samuel Miranda, un devoto creyente de Hermosillo, México, conocido cantante de temas religiosos, en un intento de desenmascarar a esta señora dice: "Hay falsos estigmatizados que confunden al pueblo de Dios. Uno de esos casos es el de Elizabeth Sánchez García. Debemos tener cuidado ya que a esta señora le gusta aparecer en televisión, mostrar sus estigmas y hasta dramatizar en un programa acerca de cómo sufrió un desmayo mientras recibía los estigmas. Esto es contrario al espíritu de humildad que tienen los Santos, que prefieren estar en el anonimato. Por otro lado acepta donaciones por las curaciones que realiza a sus pacientes. En un programa de televisión llamado: "Milagros decodificados", la señora Sánchez García afirmó: "Yo respeto a los sacerdotes, que ellos también me respeten". Palabras que nos hacen ver que su trabajo está muy distante de la aprobación de la Iglesia".
La mística italiana Natuzza Evolo (1924-2009), analfabeta, tenía heridas sangrantes con escritos cristianos en diferentes idiomas, muchos de ellos en hebreo y arameo. Quienes la buscaron para rezar junto a ella, afirmaron haber sido curados. Fue entrevistada en un programa de televisión y, a causa de observaciones de los periodistas que ella consideró inadecuadas, se ofendió y se negó a otras entrevistas que no le garantizaran mayor respeto. La CICAP (Comitato Italiano per il Controllo delle Affermazioni sulle Pseudoscienze) estudió el caso a través del sicólogo Armando De Vincentiis. Primero se intentó un estudio sicológico pero "no habiendo efectuado en forma directa un diagnóstico sobre el sujeto, solo podemos basarnos en lo que se desprende de sus declaraciones en la entrevista televisiva. Sería indispensable observar sus señales de forma ininterrumpida, durante varios días...". Y continúa la CICAP: "Más que un diagnóstico dermatológico seguro, es la personalidad, la historia y la cultura las que dejan serias dudas sobre la autenticidad del fenómeno. El caso Natuzza no es tan increíble como los medios pretenden, sino que se trata de un hecho culturalmente limitado y encuadrado en un contexto religioso bien preciso". Luego, un experimento realizado por este sicólogo, comparando la impresión en un paño de los escritos que aparecían en la piel de Natuzza con los mismos hechos con tinta, muestra que son similares. De todas formas la CICAP misma es prudente y dice que sus conclusiones no son absolutas, que es necesario hacer más pruebas: "No se discute la buena o mala fe de la señora Natuzza... pero en ausencia de un contacto directo no es correcto emitir un juicio. Pocos son los elementos significativos que vienen en nuestra ayuda para delinear un cuadro, aunque aproximado, del fenómeno Natuzza".
Los estigmas de Cora Evans, una mormona norteamericana convertida al catolicismo en 1935 y que aseguró haber tenido en 1946 una visión de Jesús, comenzaron en 1947 (murió en 1957). De acuerdo a su testimonio, sus visiones de Jesucristo se iniciaron a los tres años. Mucho tiempo después, durante una de estas visitas, afirma que él le dio la posibilidad de elegir “ir a casa con él por toda la eternidad o aceptar el sufrimiento adicional para el bien del mundo”. Ella eligió la segunda opción y fue entonces cuando comenzaron a aparecer los estigmas en su cuerpo. Aparte de las visiones, éxtasis y estigmas, la Evans parece haber experimentado el fenómeno de bilocación (estar simultáneamente en dos lugares) y la fragancia de rosas, conocida como olor de santidad. Su hija, Dorothy Evans, recuerda que su madre a lo largo de su vida caía en coma y los médicos apenas podían encontrar su pulso. En esos momentos, según ella estaba con Jesús, a quien llamaba ‘el maestro’, y a veces visitando el cielo y el purgatorio.
Estigmatizaciones claramente falsas existen muchas, como la de Magdalena de la Cruz (1487-1560), monja franciscana española abadesa del Convento de Santa Isabel de los Angeles (Córdoba), quien admitió su propio fraude. Durante muchos años fue honrada como santa en vida, con abundantes visiones místicas y milagros, gozando de gran influencia en la Corona de Castilla, aunque fue mirada con sospecha por San Ignacio de Loyola. Tras caer gravemente enferma en 1543, Magdalena confesó una larga carrera de engaños e hipocresía (estigmas, inedia y otros fenómenos), atribuyendo la mayor parte de las maravillas que se le adjudicaban a la acción de los demonios por los que se consideraba poseída. En 1546, después de muchas falsas profecías, visiones y milagros, incluyendo un controvertido embarazo, la Inquisición cordobesa comenzó su investigación. Fue condenada en un auto de fe celebrado en Córdoba en 1546, a cadena perpetua en un convento de su orden en Andújar, donde se cree que murió. TambiénMaría de la Visitación (siglo XVI), conocida como "la monja santa de Lisboa", fue acusada por varias hermanas religiosas que la vieron pintándose una herida falsa en la mano. Fue llevada ante la Inquisición, donde le lavaron las heridas y la coloración desapareció, debiendo reconocer el fraude (Wilson, 1988). Y hay muchos casos más
(ver:http://www.dios.com.ar/notas1/creencias/religion&psi/estigmas/estigmas.htm).
(ver:http://www.dios.com.ar/notas1/creencias/religion&psi/estigmas/estigmas.htm).
Un caso reciente de estigmas no solamente falsos (engaños píos) sino además fraudulentos (con fines de beneficios y lucro), es el del sacerdote español Clemente Domínguez Gómez (1946-2005), fundador en 1975 de la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz, escisión herética de la Iglesia Católica, que nombra sus propios papas, obispos y sacerdotes, se autoproclamó Papa en 1978, a la muerte de Pablo VI, con el nombre de Gregorio XVII (dicho sea de paso, fue acusado de abusos sexuales a algunos de los sacerdotes y monjas de su Orden, cosa que admitió en 1997 y pidió perdón por ellos). Declaró tener visiones místicas, sufrir estigmas y recibir mensajes del cielo durante años en su Basílica El Palmar de Troya, España. Se revelaron recientemente todas las lacras que se acumulaban en esta persona (ver "Sexo, dinero y mucho teatro: la verdadera historia del Palmar de Troya": https://www.youtube. com/watch?v=qwMLXlANHLQ, junio de 2018, y también https://www.caninomag.es/las-10-cosas-debes-saber-la-iglesia-del-palmar-troya/). Bacanales, orgías gastronómicas, pederastia, sadomasoquismo, corrupción, falsos milagros, forman parte del "santo" prontuario de este Papa herético. Convirtió su orden en un imperio inmobiliario y económico, en base a donaciones multimillonarias. Y por supuesto, los estigmas eran falsos, provocados por cristales que portaba en las palmas de las manos y que al apretar una contra la otra le infligían los cortes, cubiertos por costras de cera que su hermano le confeccionaba. Pero aún así, fundó esta orden (secta?) y convenció durante 37 años a muchos sacerdotes que se incorporaron a su iglesia, y por supuesto a numerosísimos crédulos fieles.
Catalina Benincasa, conocida como santa Catalina de Siena (1347-1380), recibió en 1375 en Pisa los estigmas denominados invisibles, de modo que sentía el dolor pero las llagas no eran aparentes (mucho más fácil de defender que los casos anteriores, ¿no?). En 1363 inicia la vida como laica dominica en la Fraternidad Seglar de Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, dedicadas con gran austeridad a la oración, penitencia y ayunos. Murió a los 33 años. En 1939 Pío XII la declaró patrona principal de Italia, junto a San Francisco de Asís, y el 3 de octubre de 1970 Pablo VI le otorgó el título de Doctora de la Iglesia. En 1999, bajo el pontificado de Juan Pablo II, se convirtió en una de las Santas Patronas de Europa.
También destacan otros estigmatizados como santa Gemma Galgani (1878-1903), mística italiana, una de las primeras mujeres estigmatizadas del siglo XX. Tres días a la semana, por al menos tres años, Gemma mostraba estigmas en las manos y los pies, que luego desaparecían. Murió probablemente de tuberculosis en Lucca a la edad de 25 años. Fue beatificada por el papa Pío XI en 1933 y canonizada por Pío XII en 1940, convirtiéndose así en la primera santa italiana del siglo XX.
Sigamos...
He presentado algunos casos clásicos y otros recientes de estigmatizados, pero podríamos seguir con una lista interminable. Hemos visto estigmas muy convincentes, estigmas dudosos y estigmas claramente falsos y fraudulentos.
Mente y cuerpo tienen una relación muy estrecha, un vínculo simbiótico, que apenas empezamos a conocer y que puede generar fenómenos que creeríamos increíbles. A veces esta simbiosis puede expresarse a través de la actividad onírica (sueños). El pisquiatra Ian Stevenson estudió el caso del indio Durga Jatav que desarrolló heridas en sus piernas luego de haber soñado que se le hacía prisionero y sus captores mutilaban sus extremidades. Jatav tuvo esta pesadilla una noche de fiebre provocada por la malaria que había contraído poco antes, y durante el sueño la temperatura de su cuerpo bajó tanto que su familia lo creyó difunto. Al despertar sus rodillas mostraban una fisuras profundas que, sin embargo, no se remitían a un daño debajo de la piel (según lo confirmaron las radiografías tomadas). Casi 30 años después, cuando Jatav se encontró con Stevenson, las cicatrices todavía eran visibles, solo que el psiquiatra lo único que pudo hacer fue creer en la historia del hombre, pero no explicarla.
En la actualidad, los casos de estigmatizados son vistos con escepticismo y de hecho, han sido catalogados como fraude o síntoma de un desorden psicológico llamado síndrome de Munchausen, que provoca que la persona se hiera deliberadamente para llamar la atención. Para especialistas como el fallecido Dr. Marco Campuzano (México), los hospitales psiquiátricos estarían llenos de “Cristos” y “Vírgenes” o de personas que aseguran tener comunicación permanente con estas deidades, por lo que para los psiquiatras los estigmatizados carecen de veracidad, ya que expresan de esa forma la necesidad que tienen de creer y sentirse "escogidos". Muchos estudiosos católicos han expresado escepticismo acerca de la autenticidad de los estigmas. Uno fue un neuropsiquiatra que había observado personalmente treinta casos de estigmatización y en ninguno de ellos "pude eliminar, de manera absoluta y definitiva, algún tipo de acción artificial" (citado en Biot, 1962). El católico jesuita inglés Herbert Thurston, estudioso del tema, dice: "Infiero que el ejemplo de San Francisco de Asís creó lo que he dado en llamar el "complejo de la crucifixión". Una vez que los contemplativos vieron que era posible adaptarse físicamente a los sufrimientos de Cristo llevando las marcas de sus heridas en las manos, los pies y el costado, se consolidó en muchos de ellos la idea de esta forma de unión con el Divino Maestro. De hecho, se convirtió en una obsesión piadosa, tanto que en unos pocos individuos excepcionalmente sensibles, la idea concebida en la mente se plasmó en la carne". Según este jesuita, San Francisco parece haber desatado un fenómeno de imitación, ya que la divulgación de su supuesto milagro fue seguida de varias apariciones de estigmatizados y el fenómeno continúa ocurriendo sin interrupción desde entonces. Aunque atribuyó la mayoría de los casos más a la sugestión que al fraude, Herbert Thurston no encontró "ningún caso satisfactorio de estigmatización desde San Francisco de Asís".
Llama mucho la atención que la “divinidad” se equivocó al hacer aparecer las marcas en lugares incorrectos. La herida en el costado (el lanzazo del soldado romano) ha aparecido a la derecha o a la izquierda del tórax, o bien con formas distintas (abertura lateral, semicircular, en forma de cruz). Según bien documentados estudios, los romanos clavaban a los crucificados por las muñecas y no por la palma de la mano (los clavos en las manos no pueden soportar el peso de un cuerpo y las desgarrarían). Sin embargo, muchos estigmas de los clavos aparecían en las manos. Hasta que las fotografías del Santo Sudario de Turín (falso, como hemos visto en un texto anterior) revelaron que los clavos estaban en las muñecas. A partir de allí, los estigmas de los clavos cambiaron de lugar. Así, se podría argumentar que todos los estigmas en las manos son falsos (lo que excluiría a la mayoría de los casos reportados). Siguiendo con este razonamiento, los estigmatizados de la Edad Media, "se provocaban heridas que se correspondían con las pinturas de Cristo sufriente que tenían a su alcance" (Harrison, 1994). La visión de Ethel Chapman de la crucifixión en 1974, durante la cual se dice que aparecieron sus estigmas, "se basó en las ilustraciones de una Biblia que le habían dado" (Wilson, 1988; Harrison, 1994). Esta sólida conexión entre imágenes y estigmas es evidencia de que el fenómeno es imitativo.
Recomiendo interiorizarse de la amplia obra del investigador y escritor Joe Nickell, Licenciado (1967), Magister (1982) y PhD (1987) de la Universidad de Kentucky. Es investigador principal del Comité de Investigación Escéptica (CSI, https://www.csicop.org/author/joenickell), un programa dentro del Center for Inquiry (Centro de Investigación, CFI, https://centerforinquiry.org/), organización transnacional sin fines de lucro (de la cual Nickell es Decano Asociado), con sede en USA y varios otros países. La misión principal del CFI es fomentar una sociedad basada en la ciencia, la razón y los valores humanistas "promoviendo la investigación científica, la investigación crítica y el uso de la razón al examinar afirmaciones controvertidas y extraordinarias"). Nickell escribe regularmente para Skeptical Inquirer (Investigador Escéptico, revista bimestral estadounidense publicada por el CSI con el subtítulo The Magazine for Science and Reason, que en 2016 celebró su cuadragésimo aniversario). Es autor o editor de más de 30 libros vinculados a esta temática. Entre ellos Buscando un milagro: íconos que lloran, reliquias, estigmas, visiones y curas curativas (1993, actualizado en 1998), Inquest on the Shroud of Turin (1998), Pen, Ink and Evidence (2003), Unsolved History (2005), Adventures in Paranormal Investigation (2007) y el recientemente aparecido La ciencia de los milagros: investigando lo increíble (Prometheus Books), en el que analiza 57 milagros de distintas religiones, concluyendo que son falsas o malas interpretaciones de fenómenos naturales. Para cada caso, Nickell revisa los relatos escritos contemporáneos, explora las explicaciones naturales, estudia el ambiente cultural que rodea a los eventos y razona sobre las motivaciones de la comunidad religiosa afectada. Concretamente sobre el tema de los estigmas, los estudios de Nickell demuestran que son falsos y dice que es muy fácil "producirse" un estigma y que parezca sangrar a la vista de todos. En sus textos explica cómo se montan estos fraudes.
Por lo visto realizar el engaño es más fácil de lo esperable. Uno por lo menos esperaría que los estigmas atravesasen las manos o las muñecas, lo que exigiría cierto sufrimiento por parte del estigmatizado al tener que perforárselas con un clavo, punta o similar. Pero por lo visto, si se atrae fieles y se fortalece la fe, o si el negocio es lucrativo, esto no hace falta.
Alberto Cirio
Nota:
Las publicaciones con enseñanzas de Domingo Savio y San Juan Bosco (que aquellos que hoy están cercanos a los 70 años seguramente recordarán) eran las que mi madre me leía, sentada en el borde de mi cama de niño asmático y enfermo, las noches antes de irme a dormir. De ellas guardo una impronta emocional muy fuerte y los conservo "religiosamente" en una caja recuerdo de mi madre y de mi añorada triste infancia. La mayoría de los consejos de esas lecturas hoy los juzgo como sanos, y correctos, apropiados para un niño que se preparaba para entrar en la sociedad y para el desempeño de adulto en ella. Pero había un contenido explícita y fuertemente religioso, propio de esa época en que el catolicismo reinaba sobre todas las sociedades, aún en nuestro laico país, donde todos los buenos consejos eran inspirados por la palabra de Dios.
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Alberto Cirio", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Alberto" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.
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"Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa"
Blaise Pascal