Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
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En sucesivas contribuciones iremos presentando los argumentos que, a nuestro juicio, desenmascaran pretendidos hechos, aseveraciones y creencias impuestos por la Iglesia Católica (y también otras Iglesias cristianas y otras religiones) para convencer a sus fieles de la realidad de su Dios, su infinita bondad y la prometida salvación de su rebaño. Amigo creyente, le invito a meditar estas líneas y, si tiene argumentos para rebatirlas, le pido por favor que me los haga llegar. Será un placer intercambiar con usted nuestras diferentes opiniones.
Las contribuciones las realizaré, si el propietario del blog lo permite, en el siguiente orden:
7) La corona de espinas de Notre Dame de Paris
8) Los estigmas de Cristo
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Desmitificando mitos (IX)
El Apóstol Santiago, la Virgen del Pilar y la peregrinación a Compostela
Su nombre en hebreo es Jacob pero con el tiempo se ha ido deformando en Jacobo, Iago, Yago, San Iago, San Yago, Santiago, Tiago o Thiago, Diego, Jaime, James, Jim, Jimmy, Jackes, Jacques. Decir San Santiago es un error.
¿Quién era el Apóstol Santiago?
Según los Evangelios sinópticos y los Hechos de los Apóstoles (textos neotestamentarios), Santiago de Zebedeo fue uno de los apóstoles más destacados de Jesús. Es el patrono de España. Se lo conoció en la tradición cristiana como Santiago el Mayor (para distinguirlo de otro apóstol, Santiago el Menor). Perteneció al llamado «círculo de dilectos» de Jesús, ya que estuvo con él en muchas ocasiones especiales. Tras la muerte de Cristo, Santiago inicia su labor apostólica en Jerusalén. Luego pudo embarcar hasta alcanzar algún puerto de Andalucía. Su misión evangelizadora comenzaría así en el sur de Hispania (actuales España y Portugal), desplazándose hacia el norte por tierras portuguesas hasta llegar a Iria Flavia en Galicia. Posteriormente se dirigiría hacia el este, para partir de nuevo hacia Palestina desde la costa mediterránea española. A su llegada a Palestina y tras incumplir la prohibición de predicar el Cristianismo, fue decapitado en Jerusalén a manos de Herodes Agripa, entre los años 41 y 44. La leyenda cuenta que dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro, habrían llevado su cuerpo (conservado de alguna manera) en barco por el mar Mediterráneo y el Atlántico hasta Galicia, donde lo habrían enterrado en Iria Flavia (hoy Padrón, municipio de la provincia de La Coruña, Galicia). La tradición dice que el cuerpo de Santiago fue transportado en carro hasta el bosque de Libredón, lugar en que los bueyes se negaron a continuar. Este hecho debió ser tomado como una señal divina y fue elegido como lugar de enterramiento. Para entender el largo viaje de sus discípulos desde Palestina a las costas gallegas para dar sepultura al cuerpo de su maestro, se citan las afirmaciones de San Jerónimo que ratifica que fue establecido, al disponerse la salida de los Apóstoles hacia todos los rumbos de la tierra, que al morir: “Cada uno descansaría en la provincia dónde había predicado el Evangelio". La tradición oral se encarga de difundir esto y en la segunda mitad del siglo VII, el monje benedictino Beda el Venerable describe con meticulosa precisión la localización exacta del cuerpo del Apóstol en Galicia.
De su predicación en Hispania rescato dos episodios, relatados por la ortodoxia católica, que forman parte del monumental engaño perpetrado por esta institución para mantener su poder, pero que lamentablemente hoy son la base de devociones, adoraciones y actividades por parte de quienes no se cuestionan esos hechos y, lo peor de todo, involucran a los niños.
La Virgen del Pilar en Zaragoza
La Virgen del Pilar tiene su principal centro de culto en la Basílica del Pilar de Zaragoza, una de las más antiguas de España. Según la ortodoxia católica, la virgen María se presentó en carne y hueso a Santiago (en realidad su hijo, ya que los evangelios afirman que era hermano de Jesús), sobre un pilar en Caesaraugusta (hoy Zaragoza). Ese pilar se conserva en el interior de la Basílica. La leyenda sobre sus orígenes se remonta al año 40, cuando el 2 de enero tuvo lugar este encuentro. María llegó a la ciudad «en carne mortal», o sea antes de su Asunción (o sea que no se puede hablar de una "aparición" propiamente dicha). ¿Cómo llegó hasta allí? Nadie lo explica, pero nos imaginamos que con los poderes de dios no le habría sido muy difícil. Como testimonio de su visita quedó una columna de jaspe conocida popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y otros conversos de la ciudad edificaron una primitiva capilla a orillas del Ebro, el río que atraviesa Zaragoza. Es la aparición mariana más antigua reconocida por la Iglesia. El testimonio figura en un manuscrito de 1297 de Gregorio Magno (Moralia sive Expositio in Job) que se custodia en el Archivo del Pilar. En 1642 el municipio local proclamó a la Virgen del Pilar patrona de la ciudad. Como no podía ser de otra manera, se le atribuyen diversos milagros: resurrección de doña Blanca de Navarra, a la que se creía muerta, curación de ciegos como el niño Manuel Tomás Serrano y el organista Domingo de Saludes, o la "ortopedia" del mendigo Miguel Pellicer, a quien en 1640 se le restituyó la pierna... que le había sido amputada en 1637!! (¡¡mire usted, cosa que nunca pudieron hacer las prestigiosas vírgenes de Fátima o de Lourdes!!). Las fiestas patronales de Zaragoza ("Fiestas del Pilar") en honor de esta Virgen, tienen lugar la semana del 12 de octubre, día en que se celebra la fiesta patronal (día de la Hispanidad), y se prolongan unos diez días. En una entrevista a ACI Prensa en el año 2007, el Padre José Maria Bordetas, capellán de la Virgen del Pilar y encargado del cuidado de la imagen de la virgen, explicó que "el Apóstol, desanimado por las grandes dificultades que estaba atravesando para evangelizar España pidió una señal. Fue entonces que se le apareció la Virgen quien le animó a seguir adelante y le hizo la promesa, que todavía se mantiene, por la que mientras estuviera ese pilar en pie, habría verdaderos discípulos de su Hijo en España”. "¡Qué pequeña eres (36 cm de la imagen sobre una columna de jaspe de 1.70 m) pero qué influencia tan grande tienes!" dijo Juan Pablo II en una de sus visitas a la Virgen de la columna.
La historia de la espina en el pie de Santiago
Cuentan que el Apóstol Santiago, a su regreso de Zaragoza, iba a pie junto a su borrico camino de otras tierras donde anunciar el Evangelio. Cerca de Lérida (Lleida en catalán), se le clavó una espina en el pie. Tanto era el dolor que el Apóstol no podía casi andar pero tampoco lograba quitarse la espina porque era noche cerrada y no se veía nada. En este punto, la leyenda tiene dos versiones. Una dice que unos ángeles bajaron del cielo y lo ayudaron a quitarse la espina. La otra narra cómo los niños de Lleida acudieron con farolitos encendidos en ayuda del Apóstol y le dieron luz suficiente para que pudiera ver dónde tenía clavada la espina y así desprenderse de ella. En cualquier caso, el Apóstol quedó tan agradecido a la ciudad y a los niños que les prometió una protección especial. De esta narración, en la ciudad de Lleida existe una iglesia dedicada a Sant Jaume (Santiago), que popularmente se conoce como Lo Peu del Romeu, en recuerdo de aquel accidente con el pie. Cada 25 de julio, festividad del Apóstol, se celebra una misa oficiada por el obispo de Lleida. La víspera del día 25, todos los niños de Lleida se reúnen en la Processó dels Fanalets, la procesión de los Farolitos, en recuerdo de los pequeños que ayudaron al santo. En la procesión hay una imagen en la que se ve a Santiago quitándose la espina y acompañado de un ángel.
Amigo lector, ¿son estas historias creíbles?
¿Está Santiago enterrado en Compostela?
Es alrededor del año 813, durante el reinado de Alfonso II el Casto (791-842), cuando se produce el "milagroso" descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago. Según relata la Concordia de Antealtares (el primer testimonio escrito de los hechos, datado en 1077), un ermitaño llamado Paio (o Pelayo) que vivía en el bosque de Libredón, empezó a observar durante las noches resplandores misteriosos. Inmediatamente informó de esto a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, que marchó a aquel lugar encontrándose que esa luz revelaba el lugar donde estaba enterrado un sepulcro pétreo. En él había tres cuerpos, que se atribuyeron a Santiago el Mayor (los restos de un decapitado con la cabeza bajo el brazo) y sus discípulos Teodoro y Anastasio. Teodomiro informa de esto al Rey Alfonso y el monarca organiza un viaje a ese lugar. Al llegar ordena la construcción de una pequeña iglesia, hecho constatado por excavaciones arqueológicas (que parecería ser el origen de la actual Catedral de Santiago de Compostela). Se piensa que la palabra Compostela proviene de campus stellae: «campo de las estrellas», debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio, aunque hay otras versiones. Desde ese momento, queda establecida oficialmente la tumba del Apóstol en aquel lugar, cercano al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de Europa. Desde antiguo se creía que en ese cabo se acababa el mundo y que el Atlántico era «la tumba del sol». Posiblemente estas creencias ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces esos restos provocaron en innumerables almas.
El enorme prestigio que significaba la presencia de las reliquias de Santiago el Mayor, discípulo preferido de Jesús, fue hábil y rápidamente aprovechado por los monarcas asturianos y leones para consolidar su reino. Su figura fue determinante en la consolidación del nuevo reino de Asturias, único reducto fiel en la Península Ibérica ya que la mayor parte del territorio, Al-Ándalus, estaba bajo el dominio islámico. Así pues, Santiago se utilizó como símbolo de un mundo cristiano incapaz de luchar contra los infieles sin su ayuda, llegando por ello a ponerle el sobrenombre de Santiago Matamoros. Los hipotéticos restos del apóstol contribuyeron a la formación del emergente reino astur, que observó en ellos un estupendo punto de apoyo utilizándolo como aglutinador contra los musulmanes. El norte hispano se convirtió así en centro de batalla, instituyéndose como símbolo del cristianismo español. Se hizo de Santiago el abanderado de los ejércitos cristianos y se creó la leyenda de su intervención gloriosa en la batalla de Clavijo, de más que dudosa realidad histórica, que habría enfrentado a Ramiro I de León contra los musulmanes en el año 844. En los cielos se pudo ver una cruz roja en forma de espada y los musulmanes fueron derrotados al grito de Que Dios nos ayude y Santiago. La leyenda cuenta que el mismo Santiago descendió de los cielos para entrar a formar parte de la batalla. Una farsa más inventada por la Iglesia Católica.
En 1589, el pirata Francis Drake amenazó Compostela después de desembarcar en La Coruña. El Arzobispo de entonces, Juan de Sanclemente, acordó con el Cabildo de la Catedral ocultar los restos mortuorios en un escondrijo dentro del ábside de la capilla mayor, detrás del altar. Tales restos fueron encontrados a treinta metros de profundidad en las excavaciones realizadas en 1878 y 1879 por Antonio López Ferreiro (sacerdote español historiador y escritor). Allí, además de las ruinas de un mausoleo romano, se dice haber encontrado una inscripción sepulcral en griego, Athanasios martyr, y los restos de tres personas que fueron adjudicados a Santiago y sus discípulos Atanasio y Teodoro. El Papa León XIII nombró una Congregación extraordinaria para el estudio de esos restos. Las conclusiones no le satisficieron y envió a Compostela a Monseñor Agostino Caprara, Promotor de la Fe, para que examinase los restos sobre el terreno. Caprara, no obstante, mandó analizar primero un presunto resto de Santiago venerado en Pistoia (Italia), que consistía en una apófisis mastoidea derecha, pieza que habría sido separada a consecuencia de la decapitación. Cuando llegó a Compostela, en 1884, constata que uno de los cráneos carece de la apófisis mastoidea derecha. Esto bastó para que la Congregación afirmara que los restos eran de Santiago y sus discípulos, y el Papa publicó ese mismo año la Bula Deus Omnipotens donde lo confirmaba, hacía un repaso a la historia del santuario y llamaba a renovar las peregrinaciones a Compostela.
Tal es la historia propuesta por la ortodoxia católica. Sin embargo muchos son los puntos oscuros y el escepticismo no tardó en surgir. Empecemos por el principio. ¿Cuales son los restos óseos que se adjudican a Santiago y sus dos discípulos? Estudiando las diferentes versiones, no está nada claro. El sacerdote Antonio López Ferreiro (cf. supra) dice:
"Los huesos estaban mezclados y deteriorados. Se encomendó su estudio anatómico y su análisis químico a los Doctores Don Antonio Casares, rector de la Universidad y catedrático de la Facultad de Farmacia de Santiago, Don Francisco Freire y Barreiro, catedrático de Medicina, y Don Timoteo Sánchez Freire, catedrático de Cirugía. Los doctores, después de comprobar que los huesos correspondían a tres grupos, separaron 365 fragmentos óseos indeterminables por su pequeñez o pérdida de forma y distribuyeron los demás en tres esqueletos: uno, con 81 fragmentos pertenecientes a 29 huesos identificables; el otro, con 85 fragmentos pertenecientes a 25 huesos y el tercero, con 90 fragmentos pertenecientes a 24 huesos. También se fijó la edad respectiva a la que les llegó la muerte. Examinando su composición química en materia orgánica e inorgánica, y comparándola con los datos obtenidos por Berzelius en el análisis de huesos normales y por Girardin en los de un esqueleto céltico, los huesos referidos - por su aproximación proporcional a los de este último - resultaron de antigüedad tal, que nada impedía hacerlos remontar a los primeros siglos del cristianismo" (López Ferreiro, "Santiago el Mayor, Patrón de España. Vida y culto").
La primer pregunta que me surge es: ¿había algún cráneo? La ortodoxia católica dice: "Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo decapitado con la cabeza bajo el brazo" (cf.supra). Esto no se condice con lo anterior. Por otra parte, la Iglesia aun no ha autorizado la datación de esos restos: el método del C14 confirmaría si son del siglo I aunque, por supuesto, no puede atribuirlos a Santiago y sus discípulos. Juan José Cebrián Franco (1933-2009), sacerdote y escritor, que fuera Canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela y Director de la Oficina de Sociología y Estadística del Arzobispado de Santiago, dijo: "La prueba del Carbono 14 nunca se ha hecho y nunca se hará, porque el tema está zanjado" (!!!).
Entre los científicos no pertenecientes al clero que defienden la idea que los restos óseos son efectivamente de Santiago, figuran dos integrantes de la Real Academia de Historia: el filólogo Isidoro Millán González-Pardo (1922-2002), que afirmó en 1988 haber hallado la inscripción martyr y una referencia a Atanasio en una piedra datada a finales del siglo I o principios del II, y el arqueólogo Antonio Blanco Freijeiro (1923-1991), que confirmó los restos del Apóstol (cómo lo hizo sin pruebas de ADN no lo sé, pero imagino sus razones). Más recientemente, según un estudio presentado en 2011 por Enrique Alarcón, Profesor de Metafísica de la Universidad de Navarra, en el ámbito de la clausura de la Cátedra Camino de Santiago (??), tomando como base de los estudios realizados en 1988 y reproducciones de la tumba (el autor no tenía acceso físico a ella), se afirma haber hallado la inscripción Jacob (Santiago, en hebreo) con simbología propia de los cementerios judeocristianos de Israel del siglo I (el estudio continúa actualmente, esperando las aportaciones de la propia Universidad de Santiago y del Cabildo de la Catedral). Me pregunto, ¿es posible una observación tan detallada sin poder ver la inscripción directamente? Sin embargo, la comunicación que hace la UNESCO en 1993 declarando el Camino de Santiago como Patrimonio Cultural de la Humanidad, parece apoyar indirectamente la tesis mantenida por los autores anteriores. Pero en la actualidad las presuntas inscripciones han caído en el descrédito o en el olvido por parte de la crítica histórica competente.
Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984), historiador y político español, miembro de la Real Academia de Historia, al igual que los dos académicos citados arriba, dice:
"...pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosímil traslatio. Solo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII" (C. Sánchez Albornoz: "En los albores del culto jacobeo", en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71).
Se ha documentado arqueológicamente la existencia previa, en el lugar, de una necrópolis dolménica y luego de un cementerio utilizado en época romana y luego por diferentes grupos: los primeros cristianos llegados a Galicia (después del año 250), los suevios (pueblo guerrero germano que ocupó Galicia entre 411 y 585), los visigodos (pueblo germano que ocupó Galicia entre 585 y 711) y por los musulmanes en el siglo octavo. Estos descubrimientos prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no aporta nada con respecto a la tumba de Santiago. El Obispo Teodomiro (cf. supra) elaboró la leyenda que, en la primera mitad del siglo I, el apóstol Santiago habría cruzado el Mar Mediterráneo y el estrecho de Gibraltar, bordeado la costa de Portugal y desembarcado en Galicia para predicar el Evangelio en la Hispania dominada por los romanos. Pero la arqueología rechaza esa idea, ya que los primeros cristianos no llegaron a la península en el siglo I sino a mediados del siglo III (probablemente desde el norte de África).
Hasta finales del siglo XIX nadie dudaba que el Apóstol Santiago había sido enterrado en el sepulcro hallado en los montes de Iria Flavia. Pero tras la reaparición en 1878 del sepulcro oculto a finales del siglo XVI, se abrió un debate sobre la identidad de los restos hallados. Dos son las principales posturas antagónicas sobre esta cuestión: la ortodoxia católica asegura que la tumba contiene las reliquias del apóstol Santiago y la otra sostiene que pertenecen al Obispo Prisciliano. La primera postura la he presentado líneas arriba. La otra es sostenida por el anglicano teólogo Henry Chadwick que dice en 1976 que el enterrado en la tumba es Prisciliano, Obispo gallego que defendió ardorosamente la vivencia de la pobreza y austeridad de la Iglesia y el ejercicio sacerdotal de las mujeres. Murió acusado de hereje y decapitado en el año 385 en Treveris, Alemania, en un juicio promovido por la propia Iglesia. Según Chadwick, Galicia solo fue cristianizada por las ideas ascéticas de Prisciliano y no por Santiago, lo que provocó que sus discípulos lo trasladaran una vez degollado y lo enterraran en la tumba en cuestión. Esta idea fue refrendada por la investigadora norteamericana Tracy Saunders. De la misma opinión son Claudio Sánchez Albornoz (cf. supra), Fernando Sánchez Dragó (escritor, Doctor en Letras de la Universidad de Madrid) y Ramón Chao (laureado escritor y periodista español). Sospechosamente, Francisco Javier Fernández Conde, sacerdote católico español, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, experto estudioso de Prisciliano, guarda el más discreto silencio sobre el devenir de la tumba.
La peregrinación a Santiago de Compostela
La historia de la peregrinación a Santiago de Compostela se remonta a hace más de 1000 años, durante el reinado de Alfonso II, a partir del descubrimiento de restos óseos que la Iglesia adjudicó a Santiago el Mayor. Santiago ya era considerado el gran evangelista de España y durante cientos de años existieron tradiciones orales y literarias que ofrecían fundamento a dicha creencia. El descubrimiento de la hipotética "tumba de Santiago" provoca que la ciudad se convierta en destino de peregrinación. Los siglos X y XI muestran un creciente número de peregrinos, pero es en el siglo XII, bajo la enérgica promoción del Arzobispo Diego Gelmírez (1100-1140), cuando Santiago de Compostela se convierte en un destino importante de la cristiandad medieval. Los siglos XII y XIII se consideran como la época dorada de la peregrinación a Santiago. La primera Catedral se construye sobre la tumba de Santiago y gradualmente nace una ciudad a su alrededor, al igual que ocurre en la ruta de peregrinación, en donde se establecen casas de acogida, como por ejemplo los monjes de Cluny en Burgundy y de Aurillac en Cantal, ambos territorios en Francia. Los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León facilitan el viaje a Santiago mediante la construcción de puentes, reparación de caminos y edificación de hospitales. El camino genera nuevos santos y leyendas de milagros. Pero es recién en 1492, durante el reinado de los Reyes Católicos, que el Papa Alejandro VI declara oficialmente a Santiago de Compostela como destino de una de las «tres grandes peregrinaciones en la cristiandad», junto con Jerusalén y Roma.
El Camino de Santiago es la senda de la peregrinación católica que lleva a la tumba atribuida al apóstol, en la cripta de la Catedral de Santiago de Compostela. En realidad son varios caminos, que corresponden a distintos itinerarios en España, Portugal y Francia. Los principales son: el Francés, el Primitivo, el del Norte, el Inglés, el Portugués Central y de la Costa, el Ourensano, el de Invierno y la Prolongación a Fisterra y Muxía. El Camino Francés es parte del sendero europeo de larga distancia GR-65 (sentier de Grande Randonnée-65): es la ruta santiaguista por excelencia, el itinerario más conocido, más transitado y mejor acondicionado de todos ellos. La peregrinación a Santiago fue declarada por el Consejo de Europa en 1987 como el primer "Itinerario Cultural Europeo". Se pensó que en el siglo XX y el actual los modernos medios de transporte podrían llevar a un decaimiento de la peregrinación tradicional a pie y a caballo. Por el contrario, durante los últimos decenios se desarrolla un creciente interés por el recorrido tradicional (con algunas "adaptaciones" como la bicicleta) y las cifras de peregrinos llegados aumentan. El impulso definitivo para la peregrinación fue la visita a Compostela de los Papas Juan Pablo II en 1982 y en 1989 y Benedicto XVI en el Año Santo 2010. Las estadísticas muestran que la peregrinación sigue en aumento: en 1985 habían llegado a Santiago 1.245 peregrinos, en 2010 obtuvieron su “compostela” 272.703 peregrinos.
La "prudencia" de las actuales autoridades eclesiásticas
Recientemente, la interpretación del santuario católico ha sufrido una evolución doctrinal: la palabra tumba ha desaparecido del discurso de los últimos papas desde Juan Pablo II, que habló del «memorial del santo Santiago» sin usar la palabra «reliquias», y Benedicto XVI, que dijo simplemente que la catedral de Santiago de Compostela «está vinculada a la memoria de Santiago». Creo que quisieron "aflojar un poco la mano". La idea que la Iglesia cristiana siempre adoptó, utilizó y aprovechó creencias, mitos o hechos precristianos, tomándolos de otras religiones, para dar mayor solidez a sus propuestas, empieza a hacer mella en la ortodoxia. Así, hay estudios que muestran que el Camino de Santiago sería una cristianización de las antiguas peregrinaciones de origen prerromano al Ara Solis, situado en el Finisterre hispánico, donde los antiguos pobladores de la península adoraban al sol y al milagro de su muerte y resurrección diaria. André Pena Graña, historiador contemporáneo gallego especializado en investigaciones sobre la cultura celta, Doctor en Arqueología e Historia Antigua de la Universidad de Santiago de Compostela, identificó en 2006 la más antigua referencia (siglo IV a.C.) de este camino precristiano al Finisterre atlántico, en un texto mostrando cómo ya entonces el peregrino contaba con plena protección y seguridad:
“Dicen que hay un camino llamado ‘herácleo’ [conmemorando el décimo trabajo de Hércules al Finisterre para cruzar el Atlántico en el caldero de oro del sol] que va desde Italia [Magna Grecia] hasta los Celtas [Norte de Italia], los Celtoligios [Sur de Francia] e Iberia, a través del cual si peregrina un griego o nativo, el peregrino es custodiado por los lugareños de modo que no le puede acontecer ningún daño; y si se le causare, obligan a pagar un castigo a los responsables del daño”.
El atractivo de las "indulgencias plenarias"
El definitivo espaldarazo que hace del Camino de Santiago la gran ruta de peregrinación de los siglos XII y XIII (y por supuesto del actual) es la creación desde Roma de los Años Santos Compostelanos o Jacobeos, durante los cuales los peregrinos pueden obtener la "indulgencia plenaria" (supresión de la pena debida por los pecados cometidos, que la Iglesia otorga a quien realice determinadas acciones; borran todo resto de pecado dejando el alma dispuesta para entrar inmediatamente en el cielo). La bula Regis Aeterni (la bula de concesión más antigua que se conserva), dictada por el Papa Alejandro III en 1179, no hace sino confirmar el privilegio concedido a Compostela por el Papa Calixto II en el año 1120, por lo que serán Años Santos o Años Jubilares Compostelanos todos aquellos en los que el día 25 de julio (fiesta de Santiago el Mayor) caiga en domingo. Esos años el peregrino podrá ganar en la iglesia de Compostela las mismas indulgencias que se ganan en Roma. Pero Compostela aventaja claramente a la propia Sede Vaticana en este aspecto: en Roma los Años Jubilares suelen suceder cada 25 años, en Compostela cada seis. Las indulgencias en ambos casos son las mismas, es decir, indulgencia plenaria con perdón de todo tipo de culpa.
El éxito (¿económico?) actual del camino
A nadie en sus cabales, religioso o no, se le ocurriría hoy matar a "la gallina de los huevos de oro", al igual que lo que sucede en Fátima y Lourdes. Antiguamente, el interés subyacente de la tumba de Santiago era político-militar, hoy es el económico. En los últimos decenios a la impronta religiosa de esta peregrinación se ha sumado un nuevo, interesado y muy pesado aliado como es el "turismo religioso". El turismo religioso es una expresión más de la comercialización de la religión, creándose una importante sinergia entre patrimonio religioso y turismo. Es indiscutible que el Camino de Santiago hace tiempo que se ha consolidado como uno de los motores más briosos del crecimiento económico de Galicia, además de como dinamizador de un sector turístico que gana protagonismo a ojos vista. A lo largo de la historia el matiz económico del Camino se ha concretado en hospitales, hoteles, posadas, mercados y en general cuantos productos y servicios han demandado los peregrinos. Actualmente la ciudad de Santiago tiene, además de la famosa Catedral, 13 monasterios y conventos, una colegiata, 13 iglesias monumentales y 5 museos religiosos. O sea, hay con que satisfacer adecuadamente el voraz turismo religioso.
Desde el reconocimiento del Camino de Santiago como primer Itinerario Cultural Europeo en 1987, el número de peregrinos no ha parado de crecer en Galicia, y por tanto tampoco lo ha hecho el flujo monetario. Durante el Año Santo Jacobeo se produce un aumento significativo del número de peregrinos (y por ende del turismo), en torno a 1,5 millones de visitantes adicionales. Pero el fenómeno trasciende más allá, ya que se constató que este hecho genera una cada vez mayor afluencia de visitantes en los años siguientes. Un estudio realizado por la Universidad de Santiago de Compostela y Turismo de Galicia, revela que cada peregrino genera hasta un 18 por ciento más de empleo que un turista nacional. Concretamente, los peregrinos concentran el 2,3 por ciento del gasto turístico en la Comunidad, pero individualmente suponen un impacto económico equivalente a 2,3 turistas nacionales. En el año 2016, los 277.854 peregrinos que llegaron a Santiago de Compostela a pie, en bicicleta o a caballo, gastaron cerca de 100 millones de euros (36% del gasto total estatal de Galicia). Según datos oficiales, de esos 100 millones casi 35 quedaron en Santiago.
¿Quién puede estar interesado en desmontar esta máquina de producir dinero?
En definitiva...
Creo que he aportado argumentos para reflexionar si el mito de Santiago no es una farsa más, pergeñada en su momento para ayudar a una zona en constante peligro y mantenida actualmente por la fuerza innegable que tiene la Iglesia Católica en España y, por supuesto, por los suculentos recursos económicos que los miles de peregrinos van distribuyendo a lo largo de los "Caminos" y principalmente en la ciudad de Santiago de Compostela.
Algún día haré el "Camino de Santiago". Me lo he prometido. Obviamente, no por motivos religiosos (¡y no quiero indulgencias!). Es un hermoso recorrido a escala humana por una naturaleza generosa, sugerente y acogedora, sembrada de pueblos antiguos que conservan sus tradiciones centenarias. Un paseo por otros tiempos, siguiendo viejas callecitas, armonía de madera y piedra, viejos muros en rincones apacibles, calmos, soñadores, de antaño. Pueblos tortuosos, amontonados, calurosos, evocadores, sugestivos, con una historia que contar. Que evocan nuestra memoria ancestral, la necesidad de un retorno a los orígenes, a lo primitivo. Como si viera mi casa, mi pueblo, mi lugar, como si nunca me hubiera alejado de allí. Viejas piedras que me irán contando el pasado, mi pasado, y que me llevarán más allá de mis límites.
Alberto Cirio
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Alberto Cirio", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Alberto" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.
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Ver: "Niños sin Dios"
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"Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa"
Blaise Pascal