Nota Inicial:
La presente publicación fue escrita y elaborada por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)
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La mentalidad medieval en el siglo XXI.
La Iglesia católica contra la ciencia.
El terrorismo católico.
Desde el jueves 7 de mayo de este año circula en las redes un documento titulado "Por la Iglesia y por el mundo", generado por prelados católicos (Cardenales, Arzobispos y Obispos), bajo la batuta del ex-Nuncio Apostólico en USA Carlo María Vigano. Fue publicado en el sitio web de una agrupación denominada "Veritas Liberabit Vos" (La verdad os hará libres). El texto desarrolla teorías conspiratorias sobre la pandemia, basadas en el fundamentalismo ultra-conservador de un grupo de eclesiásticos de muy alto vuelo, opuestos a la gestión del Papa Francisco. En él se sostiene que "la pandemia Covid-19 es un pretexto para limitar las libertades". Entre otras cosas, en el texto se reivindica la "libertad de celebrar los oficios religiosos como bien le parezca a la Iglesia", asegurando que las respuestas a la pandemia "son una excusa" para frenar la libertad de culto. Dada la innegable actualidad del tema, entendí conveniente analizar el mismo no sólo desde el punto de vista del ateísmo, sino del de la mayoría de los ciudadanos comunes, más allá de sus creencias, capaces de razonar y de otorgar una lógica confianza a la ciencia, como único camino para combatir este flagelo. Para este cometido presento el texto completo en español (puede leerse en https/ rebelionenlagranja.com/noticias/civilizacion/46659-20200508) en letra cursiva y subrayando las frases que considero más fuertes y representativas de esta mentalidad primitiva, intercalando mis comentarios (sin cursiva) en los puntos que me parecen más significativos.
A los fieles católicos y a los hombres de buena voluntad. Veritas liberavit vos, Jn 8,32.
En un momento de gravísima crisis, los Pastores de la Iglesia Católica, en virtud del mandato que hemos recibido, nos consideramos en el sagrado deber de hacer un llamamiento a nuestros Hermanos en el Episcopado, al Clero, a los Religiosos, al pueblo santo de Dios y a todos los hombres de buena voluntad. Suscriben también este llamamiento intelectuales, médicos, abogados, periodistas y profesionales diversos que comparten su contenido, y pueden suscribirlo asimismo cuantos deseen adherirse al mismo. Los hechos han demostrado que, bajo el pretexto de la epidemia de Covid-19 se ha llegado en muchos casos a vulnerar derechos inalienables de los ciudadanos, limitándose de forma desproporcionada e injustificada sus libertades fundamentales, entre ellas el ejercicio de las libertades de culto, de expresión y de movimiento. La salud pública no debe ni puede convertirse en excusa para conculcar los derechos de millones de personas en todo el mundo, y menos aún para que las autoridades civiles eludan su obligación de obrar con prudencia en pro del bien común. Esto es tanto más cierto cuanto más aumentan las dudas planteadas por muchos en torno a la verdadera capacidad de contagio, peligrosidad y resistencia del virus. Muchas voces autorizadas del mundo de la ciencia y de la medicina confirman que el alarmismo que han manifestado los medios informativos al Covid-19 no parece totalmente justificado. En base a los datos oficiales sobre la incidencia de la epidemia en el número de fallecimientos, tenemos motivos para creer que hay fuerzas interesadas en generar pánico entre la población con el único fin de imponer de modo permanente formas inaceptables de restricción de las libertades, control de las personas y vigilancia de sus movimientos. Esta forma de imposiciones antidemocráticas preludia de manera inquietante un Gobierno Mundial que escapa a todo control.
"Más de cuatro millones de casos y más de 290.000 muertos en todo el mundo. Estados Unidos, Rusia, España, Reino Unido, Italia, Brasil, Alemania, Francia, Turquía e Irán son los países más afectados por la pandemia en cuanto a número de contagios confirmados y los únicos donde se ha superado la barrera de los 100.000 casos. Tan solo en Estados Unidos se han confirmado más de 1,3 millones de casos de Covid-19, es el país más afectado y con mayor número de muertes contabilizadas, más de 81.000. Rusia, con más de 232.000, es el segundo país con más contagiados tras superar a España, con más de 228.000 casos, y a Reino Unido, con más de 227.000 casos; Italia, con más de 221.000; Brasil, que ya supera los 173.000 infectados; Alemania, con más de 173.000; Francia, con más de 140.000; Turquía, con más de 141.000; e Irán, que sobrepasa los 109.000".
Pero ellos dicen que "Muchas voces autorizadas del mundo de la ciencia y de la medicina confirman que el alarmismo que han manifestado los medios informativos al Covid-19 no parece totalmente justificado". Sin comentarios. Y cuando afirman criminalmente que "La salud pública no debe ni puede convertirse en excusa para conculcar los derechos de millones de personas...", en realidad debe leerse "No nos importa la salud pública con tal que podamos realizar nuestro culto y nuestra liturgia, que son mandato de Dios". NO se ha suprimido ningún derecho humano, simplemente se han tomado medidas sanitarias restrictivas transitorias, para evitar más muertes. Hasta aquí, el texto es un preámbulo preparatorio, que minimiza la gravedad de la situación con citaciones genéricas sin ningún asidero del tipo "hay científicos que lo dicen", para justificar lo que viene después. La referencia a estudios científicos sin especificar su origen es una metodología retórica clásica de las teorías conspiratorias.
Creemos igualmente que las medidas de protección adoptadas en algunas situaciones, incluido el cierre de las actividades comerciales, han desencadenado una crisis que ha hundido a sectores enteros de la economía, favoreciendo con ello la interferencia de potencias extranjeras, con graves repercusiones sociales y políticas. Quienes ejerzan cargos gubernamentales deben impedir estas formas de ingeniería social, adoptando medidas encaminadas a la tutela de sus ciudadanos, a quienes representan y en cuyo interés tienen la grave obligación de realizar sus funciones. Ayúdese igualmente a la familia, célula de la sociedad, evitando penalizar irrazonablemente a los débiles y los ancianos al obligarlos a sufrir dolorosas separaciones de sus seres queridos. La criminalización de las relaciones personales y sociales debe considerarse asimismo una parte inaceptable del proyecto de quienes promueven el aislamiento de las personas para manipularlas y dominarlas mejor.
Este párrafo es un derroche de retórica complotista, puesta al servicio de los más espurios intereses de la religión. Piden que los gobernantes adopten "medidas encaminadas a la tutela de sus ciudadanos", pero ellos en ningún lugar ni siquiera sugieren cuales pueden ser esas medidas. O sea, me opongo pero no te hago ninguna propuesta alternativa. Los ancianos constituyen la franja etaria más vulnerable al coronavirus, pero este texto pretende que estas personas no sean aisladas, con lo que, sin lugar a dudas, aumentará su mortalidad. Aquí sí se aplica la palabra "criminal", que ellos usan para calificar injustamente las necesarias medidas protectivas de aislamiento.
Pedimos a la comunidad científica que vele porque se promuevan honradamente y con miras al bien común curas para el Covid-19, evitando escrupulosamente que intereses inicuos influyan en las decisiones de los Gobernantes y los organismos internacionales. No es razonable penalizar remedios que se han revelado eficaces, en muchos casos de bajo costo, para privilegiar curas o vacunas no tan eficaces pero que garantizan ingresos mucho mayores a las empresas farmacéuticas, aumentando los costos de la sanidad pública. Como Pastores que somos, recordemos también que para un católico es moralmente inaceptable inocularse con vacunas en cuya producción se ha utilizado material procedente de fetos abortados.
Aquí aparece la veta "antivacunas". Dicen que vacunas "no tan eficaces" privilegian los ingresos para empresas farmacéuticas. Se siembra claramente la duda sobre la eficacia de las vacunas, desconociendo ex-profeso el enorme beneficio para la humanidad que han aportado decenas de ellas, evitando y en algunos casos erradicando (viruela) enfermedades graves y/o mortales (rabia, tétanos) o discapacitantes (poliomielitis), a la vez que se confabula contra las empresas que producirán esas vacunas que, en definitiva, permitirán relegar esta pandemia a un simple recuerdo. Y como frutilla de la torta, "recuerdan" a los católicos que no deben aceptar vacunas "procedentes de fetos abortados", en una clara demostración que su postura "anticiencia" subsiste hasta el día de hoy.
Pedimos asimismo a los Gobernantes que garanticen que se eviten de la forma más rigurosa los medios de control de las personas sea mediante sistemas de rastreo electrónico o cualquier otra forma de ubicación: a pesar de la gravedad de la situación, el combate al Covid-19, no debe servir de pretexto para respaldar turbias intenciones de entidades supranacionales que albergan marcadísimos intereses comerciales y políticos en este proyecto. En particular, debe permitirse a los ciudadanos la posibilidad de rechazar semejantes limitaciones a las libertades personales, sin imponer forma alguna de penalización para quien no desee beneficiarse de las vacunas, de los métodos de localización y de cualquier otro instrumento análogo. Téngase en cuenta la flagrante contradicción que se observa entre quienes persiguen políticas de reducción drástica de la población y al mismo tiempo se presentan como salvadores de la humanidad sin tener la menor legitimación política ni social. Por último, la responsabilidad política de quien representa al pueblo no puede ser confiada en modo alguno a técnicos que encima exigen para ellos mismos formas de inmunidad personal que resultan como mínimo inquietantes.
Nuevo alegato antivacuna, por si no había quedado claro en el párrafo anterior. El punto clave aquí es que si bien una persona tiene derecho a decidir sobre sí misma, NO lo tiene para generar, en base a esa decisión, un perjuicio para quienes no comparten esa postura. Está claro que si parte de la población no se vacuna, el virus seguirá reproduciéndose y probablemente mutando hacia formas que tal vez escapen al control de las vacunas, y continúe así causando enfermedades y muertes. No es improcedente recordar aquí la postura histórica antivacuna de muchos sectores fundamentalistas del cristianismo (de los que este documento es un buen ejemplo). Como ejemplo cito a Christopher Hitchens en el 2007:
"Timothy Dwight (1752-1817), Rector de la Universidad de Yale, ministro protestante y uno de los teólogos más respetados de los Estados Unidos, se opuso a la vacunación contra la viruela porque la consideraba una ingerencia en los designios de Dios. Y esta mentalidad todavía se encuentra muy presente, mucho tiempo después que haya desaparecido su pretexto y justificación en la ignorancia humana".
Solicitamos enérgicamente a los medios de comunicación que se empeñen activamente en facilitar una información correcta que no sancione el disenso aplicando formas de censura, como está sucediendo de forma generalizada en las redes sociales, la prensa y la televisión. La veracidad de la información exige que se dé lugar a voces no alineadas con el pensamiento único para que los ciudadanos puedan evaluar la realidad con conocimiento de causa, sin ser influidos en gran medida por intervenciones partidistas. Un diálogo democrático y franco es el mejor antídoto contra el riesgo de imponer formas sutiles de dictadura presumiblemente peores de las que ha visto nacer y morir nuestra sociedad en épocas recientes.
Los eclesiásticos no son los más indicados para denostar dictaduras, cuando su Iglesia tiranizó el Occidente durante muchos siglos, y funciona bajo un sistema férreamente totalitario, dictatorial y absolutista (el "dogma" de la infalibilidad del Papa por inspiración divina).
Recordemos, para terminar, como Pastores a quienes se ha encomendado la importante misión de guiar la grey de Cristo, que la Iglesia reivindica con firmeza su propia autonomía de gobierno, de culto y de predicación. Dicha autonomía y libertad son un derecho de nacimiento que le concedió Nuestro Señor Jesucristo para que cumpla las finalidades que le corresponden. Por este motivo, los Pastores reivindicamos enérgicamente el derecho a decidir de forma autónoma en lo que se refiere a la celebración de la Santa Misa y los Sacramentos, como también exigimos plena autonomía en materias que están dentro de nuestra inmediata competencia y jurisdicción, como por ejemplo las normas litúrgicas y la manera de administrar la Comunión y otros Sacramentos. El Estado no tiene el menor derecho a interferir por motivo alguno en la soberanía de la Iglesia. La colaboración de las Autoridades Eclesiásticas, que jamás ha sido negada, no supone por parte de las civiles prohibiciones ni limitaciones al culto público o el ministerio sacerdotal. Los derechos de Dios y de los fieles son ley suprema de la Iglesia que ésta no quiere ni puede abrogar. Solicitamos que nos sean retiradas las limitaciones a la celebración del culto público. Invitamos a las personas de buena voluntad a no sustraerse a su deber de colaborar al bien común, cada cual según su propio estado y posibilidades y en espíritu de Caridad fraterna. Esta cooperación, auspiciada por la Iglesia, no puede prescindir sin embargo del respeto a la ley natural ni a la garantía de las libertades individuales.
Estamos asistiendo, lisa y llanamente, al terrorismo católico. ¿Qué diferencia hay con el terrorismo islámico? Ellos ponen bombas para matar gente en nombre de su dios y este documento reclama que se junte gente que va a enfermar y posiblemente morir (el promedio de edad de los fieles que asisten a los servicios religiosos es alto, están en la franja etaria más vulnerable) también en nombre de su dios. Alguien me dirá que lo hace sin mala intención ¿Sí? Ellos SABEN MUY BIEN que van a aumentar los contagios y las muertes, pero no les importa porque morirán venerando a su dios.
Los deberes civiles a los que están obligados los ciudadanos suponen el reconocimiento de sus derechos por parte del Estado. Todos estamos llamados a valorar la situación actual de forma coherente con las enseñanzas del Evangelio, y ello exige tomar partido: o con Cristo o contra Cristo. No nos dejemos intimidar ni asustar por quienes nos hacen creer que somos minoría: el bien está mucho más difundido y es mucho más poderoso de lo que el mundo quiere que creamos. Nos enfrentamos a un enemigo invisible que hace separaciones entre sus ciudadanos, entre los hijos y los padres, entre nietos y abuelos, fieles y pastores, alumnos y docentes, clientes y vendedores. No permitamos que con la excusa de un virus se borren siglos de civilización cristiana para instaurar una odiosa tiranía tecnológica en que personas sin nombre y sin rostro decidan la suerte del mundo confinándonos a una realidad virtual. Si tal es el proyecto que tienen para dominarnos los poderosos de la tierra, sepan que Jesucristo, Rey y Señor de la Historia, ha prometido que «las puertas del Infierno no prevalecerán» (Mt.16,18). Encomendamos al Dios Todopoderoso a los Gobernantes y a cuantos rigen el destino de las naciones para que los ilumine y oriente en estos momentos de grave crisis. No se olvide que del mismo modo que el Señor nos juzgará a los Pastores según por la grey que nos ha confiado, también juzgará a los Gobernantes por los pueblos a los que tienen la obligación de defender y gobernar. Roguemos con fe al Señor para que proteja a la Iglesia y al mundo. La Virgen Santísima, Auxilio de los Cristianos, aplaste la cabeza de la vieja Serpiente y frustre los planes de los hijos de las tinieblas.
8 de mayo de 2020
Virgen del Rosario de Pompeya
Esta última parte no tiene desperdicio. Texto, palabras e ideas iguales a las medievales. En las pandemias de aquella época, por ejemplo la peste bubónica que diezmó la población mundial, la reacción del clero era reunir a sus fieles en las Iglesias y procesiones para rogar a Dios que los salvara de la peste, justo castigo divino por sus pecados, con lo que se multiplicaban contagios y muertes. Claro, sirve como excusa el hecho que desconocían la forma de transmisión de la enfermedad. Pero hoy hay otro entorno, otras realidades, más conocimientos, menos ignorancia, pero el objetivo es el mismo: reunirse para rogar a dios y así aumentar los contagios y las muertes. Ellos lo saben y aun así lo impulsan.
¿Siglos de civilización cristiana? Yo diría siglos de ignorancia y despotismo cristiano. Y en el colmo de la desfachatez se autoadjudican la paternidad del bien: "el bien está mucho más difundido de lo que el mundo quiere que creamos", o sea, el bien existe gracias a nosotros, a Jesucristo, Dios y la Iglesia. Estos curas se olvidan (mejor dicho, no quieren recordar) que el cristianismo tiene dos mil años de existencia, no nació ayer (y aunque así fuera, ya tendría también cargos por los que rendir cuentas). Y en ese período la institución llamada Iglesia católica (y sus derivadas y escindidas dentro del cristianismo), ha sido un verdadero flagelo que asoló la humanidad. Asesina con ejecuciones atroces y violaciones, torturadora, hipócrita, mentirosa, traidora, sedienta de poder, generadora de odios viscerales, con Papas criminales infames déspotas corruptos, abusadora de los crédulos y engañados, esclavizadora y explotadora del hombre, utilizadora de la ignorancia y el miedo en beneficio de su poder, opuesta a todo avance científico, falsificadora, oscurantista, manipuladora, racista, más antisemita que el nazismo, machista, despreciadora de la mujer, generadora de la mayoría de las guerras que sufrió la humanidad con un saldo de decenas de millones de muertos (en nombre de un Dios que "es amor"), incluso guerras fratricidas entre soberanos católicos, justificadora de masacres, expoliaciones y robos. Y me detengo porque la lista es interminable, pero nada es gratuito, todo está justificado por su Dios benévolo y que ama a sus criaturas.
Retrógrados dentro de retrógrados. Demás está decir que considero execrable y altamente perjudicial un documento de esta naturaleza, que revela sin ambages la postura primitiva, ignorante e intransigente de ciertos sectores fundamentalistas de la religión católica que, lamentablemente, no son pocos y arrastran en su credulidad ciega a muchos pobladores de este planeta.
Alberto Cirio
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(*) Nota Final:
El autor de esta publicación es "Alberto Cirio", fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este artículo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo "Alberto" se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios.
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"Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa"
Blaise Pascal