Por qué ser Ateo es muy diferente a no creer en el hada de los dientes (Opinión Y Actualidad)

Por qué ser Ateo es muy diferente a no creer en el hada de los dientes

12.08.2021

Ocasionalmente escucho algunos Ateos a quienes no les gusta la etiqueta de "Ateo" por varias razones. Sospecho que la razón principal tiene que ver con el estigma adjunto a la etiqueta, pero generalmente esa no es la razón que se da. La razón más común que se da parece ser que la etiqueta no especifica lo que se cree, solo lo que no se cree.

Ciertamente esto es cierto. Decirte que soy Ateo no te dice nada sobre lo que creo. Pero a menos que uno sienta algún tipo de presión para describirse a sí mismo con una sola palabra, no estoy seguro de por qué esto podría ser un problema. ¿Por qué no identificarse a sí mismo como Ateo o cualquier otra descripción que uno quiera usar? Por ejemplo, podría imaginarme fácilmente a un Ateo diciendo: “Soy Ateo y creo en el valor de la ciencia, la razón, el escepticismo” (o cualquier otra cosa que uno quiera compartir). ¿Qué hay de malo en esto? Es raro que alguien diga: “Soy Ateo” sin seguir a la palabra "Ateo" con la letra "y" para después explicar porque soy más que un Ateo.

Un estribillo común que se escucha de algunos de los Ateos que se oponen al uso de la etiqueta de “Ateo” es algo como esto: “No creo en los unicornios ni en el hada de los dientes o el ratón Perez, y no me llamo 'unicornista' ni me identifico como alguien que dude del hada de los dientes o el ratón Perez”. Otro popular es: “No me identifico como un anti coleccionista aunque no sea un coleccionista de sellos”. Correcto. Porque todos estos son equivalentes al Ateísmo. La sociedad en la que vivimos claramente considera que no creer en los unicornios o el hada de los dientes o no coleccionar sellos no es diferente de no creer en los dioses. ¡Ojalá eso fuera cierto! Desafortunadamente, aquellos de nosotros que no creemos en dioses tendemos a ser percibidos como monstruos simplemente porque no creemos en dioses.

Si me siento con la suficiente paciencia como para intentar dar una explicación, generalmente respondo con algo sobre cómo dedicaré gustosamente tanto tiempo y esfuerzo a los unicornios y al hada de los dientes como al ateísmo cuando las personas que creen en ellos tienen una influencia comparable con la que manifiestan los religiosos. Y si tengo la oportunidad, luego desarrollaré enfatizando que cómo nos tratan los creyentes religiosos porque no compartimos sus creencias lo cual es muy relevante para la importancia de la identidad atea. De hecho, este maltrato es en gran parte de lo que hace que el ateísmo se destaque como una identidad en primer lugar.

Evidentemente, Christopher Hitchens encontró esta objeción lo suficientemente importante como para abordarla en el capítulo introductorio de The Portable Atheist: Essential Readings for the Nonbeliever:

Es cierto, pero no tenemos que ir al pasado en el que dominaban las hadas de los dientes y Papá Noel (ambos inventos bastante recientes). Los fanáticos del hada de los dientes no se unen a tu puerta e intentan convertirte a creer en el Hada. No insisten en que su pseudociencia deba enseñarse en las escuelas. No condenan a los rivales creyentes en hadas de los dientes a muerte y torturas. No dicen que toda la moralidad proviene de las ceremonias del ratoncito Pérez, y que sin el ratoncito Pérez habría fornicación en las calles y abolición de la propiedad privada. No dicen que el hada de los dientes hizo el mundo y que, por lo tanto, todos debemos arrodillarnos ante el Gran Hermano que es el hada de los dientes. No dicen que el hada de los dientes te ordenará que mates a tu hermana si la ven en público con un hombre que no es su hermano.

Quizás esto sea algo para recordar la próxima vez que encuentre esta objeción popular cuando me atacan con la etiqueta de “Ateo”.