Se corrió la voz.
Todos los noticieros de Radio y Tv y las primeras planas de los diarios del pueblo lo anunciaron con entusiasmo y emoción.
- ¡“El Mago” viene a la ciudad”!!!
Las noticias decían más o menos asi:
“El “Mago” al fin se presentará en nuestro pueblo!!
El “Mago”, mundialmente conocido por sus maravillosos actos que suelen ser apreciados por algunos como “magia real”, hará una única presentación en nuestra ciudad este sábado a las 7.00 pm.
Éste increíble personaje experto en magia, ilusionismo, prestidigitación y su increíble Show podrá ser disfrutado por nuestros ciudadanos en un día muy especial.
A la venta las entradas en la alcaldía de la ciudad.
No deje pasar esta oportunidad de conocer al mago más grande y maravilloso de todos los tiempos.
¡Somos privilegiados!
Claro, el costo de la entrada era escandalosamente alto; pero... ¡Es el Mago!!! El precio es lo de menos por esta increíble ocasión de ver en vivo a este extraño y maravilloso personaje.
“El Mago” se presentaba en muy pocas y contadas oportunidades; y un halo de leyendas y misterios lo rodeaban siempre. Y la gente pensaba que no era para menos, ante un hombre tan increíble, poderoso y fascinante.
Para evitar rumores el mismísimo “Mago” publicó dos libros relatando sus espectaculares actos de magia e ilusionismo. En esas páginas se podía notar el enorme poder y encanto del esquivo personaje.
Bueno, en realidad “El Mago” no escribió el mismo los libros... pero se los dictó directamente a sus editores, por lo que es como si hubiesen sido de su propio puño y letra.
Alrededor de la figura de “El Mago” se ha tejido una serie de rumores y leyendas: Guapo y atractivo. Aventurero y mujeriego. Compasivo y altruista. Millonario y misterioso. Pero sobre todo... Magia. “El Mago” dominaba el arte de la magia hasta hacerla casi real.
O al menos eso lo decían sus libros y la gente que había ido a sus escasas pero maravillosas presentaciones en vivo.
Pero todo eso pronto sería aclarado ya que... ¡Veremos al “El Mago” este fin de semana!
Desde tempranas horas de la mañana hubo gente esperando frente a la entrada del principal teatro de la ciudad.
Según rumores, supuestamente algunas personas tenían más de un día acampando frente al teatro soportando el frío nocturno con tal de obtener asientos cercanos a “El Mago”
Otros hicieron grandes sacrificios familiares para juntar el dinero del boleto de entrada. Muchos padres querían que sus hijos viesen a este admirable personaje. Una experiencia como la que presenciarían podría marcar la vida de un niño e inspirarlo a hacer grandes cosas en el futuro... así la familia quede sin dinero por ver el espectáculo.
Todo el esfuerzo y gasto valía la pena.
Ya con los asientos totalmente ocupados (inclusive varias personas de pie en los pasillos); el escenario mostraba simplemente un gran telón color rojo.
Ahh... ¡El minimalismo y la sencillez!!! Típico de “El Mago”, decían los espectadores. Seguramente detrás se esa tela roja habría un mundo de colores y espectacularidad sin precedentes. Cosas que nunca se olvidarían. Cosas tan prodigiosas que quedarían impresas en sus mentes por siempre.
Y claro; como suele ocurrir con artistas tan populares y excéntricos... transcurrieron un par de horas sin que “El Mago” hiciese su espectacular aparición.
¡Debe estar meditando!!, o quizá, concentrándose en lo que presentará. O simplemente nos hace esperar como parte de un gran acto de magia. ¿Quien entiende a los Magos?
Si hemos esperado toda una vida por ver a una persona como ésta... ¿Que son unas horas más?
Al fin, un sonido como trompeta (¿O era musica o campanas?... La gente estaba tan emocionada que no lo recuerdan) anunciaban que algo ocurriría.
Los espectadores comenzaron a mirar no solo al escenario... ¡Sino a todos lados! Conociendo los grandes poderes de “El Mago”, podría ocurrir cualquier cosa: desde Leones volando por los aires, hasta truenos o centellas. Nada de eso sería raro.
Pero lo que ocurrió fue que una persona (que obviamente no era “El Mago” por su sencilla vestimenta de traje y corbata) salió de un lado del escenario y se colocó en el centro con un micrófono... ¡Era el presentador! ¡Pronto saldría “El Mago”!
- Señoras y señores. Antes que nada les quiero agradecer su presencia en esta maravillosa y especial noche.
Todas las personas, que ya estaban de pie, dieron un dantesco aplauso combinado con gritos y estruendosos silbidos.
- Gracias, gracias. -Dijo el presentador cuando amainaron los vítores- Sé que para muchos de ustedes no ha sido fácil estar aquí. Algunos han venido de muy lejos y otros se han sacrificado para comprar el boleto de entrada. Pero les aseguro que todo ese esfuerzo será altamente recompensado cuando puedan por fin ver a “El Mago”.
De nuevo el escandalo desde las tribunas.
- Y sin más preámbulos -dijo el presentador alzando la voz en tono ceremonial- ¡Les presento al único, al increíble, al prodigioso...! -redoble de tambores-... ¡“El Mago”!!!
Y el alto telón rojo comenzó a elevarse entre una ensordecedora algarabía.
En efecto... la retirada del telón dejó al fin al descubierto la figura de “El Mago”
___________________
Extrañamente no hubo luces, rayos, humo, pirotecnia ni nada parecido.
Pero eso poco importó ya que la totalidad del público estaba mirando atenta y expectantemente un solo punto en el centro del escenario: Un sillón con una persona sentada en él.
Era “El Mago”.
Era difícil saber su estatura ya que estaba sentado, pero parecía una persona de tamaño promedio.
Elegantemente vestido. De raza blanca y con un corte de cabello muy bajo que hacía juego con una barba perfectamente modelada con algunas canas en ella.
Sus ojos se veían a través de los cristales de sus anteojos. unos ojos brillantes, atentos.
Estaba sentado con las piernas cruzadas en un sillón que se antojaba bastante cómodo y formal para ese tipo de espectáculo.
La gente, maravillada por la sencillez del personaje, aumentó su bullicio y alboroto. Los aplausos eran indistinguibles de los gritos.
Ante tal muestra de aprecio; “El Mago” saludó con su mano y asintió con la cabeza. Su sonrisa pareció llenar el escenario.
¡“El Mago”!, ¡“El Mago”!, ¡“El Mago”!... se escuchó durante varios minutos saliendo de las estridentes gargantas del público.
Al fin, y al cabo de un buen rato, disminuyó el bullicio ante la expectativa de algún asombroso truco de magia. La gente dejó de mirar a “El Mago” y comenzaron de nuevo a mirar alrededor del Teatro a ver si ocurría algo sensacional e impactante.
Nada.
Solo un hombre en mitad del escenario de actitud apacible y sonriendo a todos.
Ahora el público dejó de buscar maravillas en los alrededores y comenzaron a mirarse entre ellos extrañados y con actitud de duda.
- ¿Que pasa?
- ¿Ocurre algo?
Frases como esas comenzaron a formar un zumbido general que colmaron el interior del teatro.
Un hombre en la primera fila (y cansado de esperar varios minutos a que “ocurriese algo”), gritó hacia el centro del escenario.
- ¡Oiga!!... ¿Veremos algo?, ¿cuanto debemos esperar por la magia?
Luego de escucharse la pregunta del atrevido espectador, le acompañaron voces de apoyo a sus espaldas.
- ¡Siii!... ¡Que pase algo!... ¡Pagamos mucho por estar aquí!
Ante estas protestas que iban “in crecendo”, no ocurría nada. “El Mago” simplemente seguía sonriendo (ya para muchos comenzaba a parecer un idiota)
- ¡Eh tu “Mago”!... ¡Haz algo! ¡Haz aparecer palomas o que sé yo!!!
Algunas personas del público rieron entre su indignación.
Ante la lluvia de reclamos al fin volvió a salir el presentador que hacía gestos con sus manos para que la gente bajase la voz.
- ¡Señores, señores!... ¿Ocurre algo? -Preguntó con evidente confusión en su rostro-
- ¿Cómo que si “ocurre algo”?... ¡Queremos magia!!! -gritó el espectador de primera fila que pareció hacerse portavoz de la opinión general-
- ¡Si, Sii!... ¡Magia! -le secundaron la mayoría del publico en un ensordecedor apoyo.
El presentador puso cara de estar genuinamente extrañado y miró hacia un lado del escenario y pareció llamar a alguien.
Apareció una persona caminando muy rápido hacia él vestido de overol de trabajo y una carpeta en mano; evidentemente era un trabajador “back stage” del teatro. Se acercó al presentador (que ocultó el micrófono detrás en su espalda para evitar que el publico escuchase la conversación) y se puso a hablar con el empleado, que no dejaba de señalar sus apuntes.
Desde un poco atrás, “El Mago” observaba todo esto, ya sin sonreír, pero evidentemente interesado.
Un ratito después el hombre del overol se retiró rápidamente y mirando en todo momento al suelo. El público esperaba intrigado la respuesta.
El presentador se dirigió al publico micrófono en mano.
- Damas y caballeros. Disculpen. Estoy algo confundido. ¿No es de su agrado el Show?
El público estalló en indignación.
- ¿Show?... ¿Pero que coñ..?
- ¿Que burla es esta?
- ¡Devuélvanos el dinero!!!
- ¡Calma, calma! -dijo el presentador- Creo que hay una gran confusión. ¿Acaso no querían ver a “El Mago”?
- ¡Calma, calma! -dijo el presentador- Creo que hay una gran confusión. ¿Acaso no querían ver a “El Mago”?
El “¡Siii!” fue unísono.
- ¡Pues aquí está!!! -Dijo señalando al hombre del sillón que de nuevo sonreía y saludaba-
- ¡Pero queremos ver la magia! -se podía entender entre los reclamos y gritos de la gente-
- ¡Alto, alto!... ¡Silencio! -gritó el hombre del micrófono.
Al fin el bullicio pareció disminuir.
- ¡Que hable uno solo para poder entendernos!... ¡Usted! -dijo el presentador señalando el tipo de la primera fila que parecía destacarse-
- Muchos de nosotros venimos de muy lejos y pagamos mucho por estas entradas. ¡Queremos ver la magia que ese señor supuestamente hace! -dijo señalando al sonriente “mago”-
El presentador asintió como expresando que ya comprendía el problema y dijo:
- Señores, señores, disculpen, pero... Nunca se ofreció en este show un espectáculo de magia. Creo que hubo una confusión. La publicidad fue muy clara. Solo mostraríamos a “El Mago” ante todos ustedes. Eso fue lo que se prometió y eso es lo que hemos hecho.
“El Mago” asintió con la cabeza después de estas palabras.
Evidentemente el publico enloqueció luego de escuchar al presentador.
- ¡Calma, calma!... -le decía el presentador a su micrófono-
Y de los lados salieron un par de guardias de seguridad por si las cosas se “salían de curso”. Se apostaron en cada esquina del teatro.
Uno de los espectadores de la 6ta fila levantó su voz por encima de las demás:
- ¿Es que acaso ese idiota sentado ahí no hace magia?
- Primero, su nombre es “El Mago”, trátelo con más respeto -dijo el del micrófono- y segundo... ¡Claro que hace magia! ¡Es el mago más grande de todos!
- ¿Y porque no la hace? -dijo una niña de cara triste en la primera fila.
El presentador se acercó a la niña mientras el publico comenzó a hacer silencio.
- Hola nena... ¿como te llamas? -le preguntó poniéndole el micrófono cerca-
- Me llamo Mary... ¿por qué el señor mago no quiere hacer magia?
- Hola Mary... Te pregunto algo. ¿tu crees que “El Mago” puede hacer magia?
- ¡Claro que si! -dijo la niña con el rostro hermosamente iluminado-
- Entonces... si sabes que “El Mago” puede hacer magia... ¿Por qué tienes que verlo? Me acabas de decir que crees que puede hacerlo... No veo la necesidad de que lo veas. ¿Acaso llamas mentiroso a “El Mago”?
- ¡No!... no es mentiroso -dijo Mary con confusión en el rostro-
- ¿Entonces?
La niña quedo pensativa y triste mientras que el público abandonó el silencio para protestar de nuevo.
- ¡Esto es una farsa!... ¡Debemos ver para creer!...
- ¡Nadie paga tanto dinero solo por “creer”, ¡queremos ver!!!
El presentador volvió al centro del escenario ante la mirada de todos y de “El Mago” que parecía mirarlo desde atrás en actitud divertida a juzgar por su sonrisa.
- ¿Acaso ustedes no leyeron los dos libros publicados por “El Mago”?... ¡ahí están contados sus increíbles actos de magia! No necesitan verlos aquí. En el libro están, contados por el propio Mago aquí presente. -“El Mago” asintió con la cabeza-
Las ensordecedoras protestas del público iban desde la indignación hasta el asombro.
- ¡Esos son libros que pudieron ser escritos por cualquiera!... y si es cierto... ¿Por qué antes hacía magia y ahora no? -dijo uno-
- Anteriormente “El Mago” debía darse a conocer entre el público, por eso hacía más magia. Como ahora es muy conocido y su poder es más que evidente... No hay necesidad de que haga magia. En los libros está y ustedes saben que puede. ¿que más quieren de él?
Los vigilantes se pusieron alertas ya que después de estas palabras la multitud comenzó a ponerse violenta y a arrojar cosas al escenario. Afortunadamente las sillas estaban atornilladas al piso.
- ¿Acaso nos considera idiotas?
- ¡Si!... ¡No somos tontos!
- ¿Que clase de estúpido aceptaría eso que dice usted?... ¡Que le den!
- ¡Si!... ¡Devuélvanos nuestro dinero!
Por suerte ya habían varios guardias de seguridad en el escenario y frente a la multitud cuando el presentador dijo:
- Lamento mucho que el espectáculo no haya sido de su agrado. Pero no les puedo devolver el precio de las entradas. Lo que se les prometió ya se cumplió: han tenido el inmenso privilegio de ver a “El Mago”; el que no puedan apreciar su gran poder y magia, se sale de nuestras manos.
La lluvia de objetos arrojados al escenario después de estas palabras fue la respuesta obtenida por parte del público.
Un zapato pasó cerca de la cabeza del mago quien ahora lucía serio e inmutable sentado en el cómodo sillón. Seguía balanceando la pierna cruzada.
Lo que siguió a continuación fue un caos. La gente que no se retiró voluntariamente fueron sacados a empujones por los guardias que eran muchos ahora. Gran parte del costo de la entrada se utilizó para pagarles. Buena inversión.
Muchos niños llorando salieron fuera del teatro sin ver lo que querían... “magia”. Y sus padres: indignados y arrepentidos. Sintiéndose como tontos. “eso nos pasa por no leer las letras pequeñas” dijo uno al descubrir que en el boleto lo explicaba claramente. El Show era para ver a “El Mago”, no la “magia”
Cuando ya los guardias habían despejado casi todo el público, un joven de veintitantos años y con una camiseta con la foto de “El Mago” en el pecho se acercó al escenario. Los guardias lo detuvieron.
Éste gritó por encima de los hombros de los guardias que le retenían:
- ¡Señor “Mago”, Señor “Mago”!... No le haga caso a esta gente. No entienden su poder y capacidad. ¡Yo creo en usted! Y entiendo que no quiera mostrar su Magia ente esta gentuza. ¿Ve?, ante lo más mínimo le dieron la espalda y se marcharon. Pero aun hay personas que creemos en usted y en su Magia. Leemos y nos deleitamos con sus libros y las increíbles cosas que usted narra allí.
“El Mago” le miraba a través de sus gafas desde lejos con sus brillantes ojos. Asintió con la cabeza y le regaló una cálida sonrisa al atrevido joven.
- ¡Somos muchos los que seguimos sus pasos, que compramos sus libros! -siguió gritando el muchacho- Sé que llegará el momento donde en un show solo para quienes de verdad creemos en usted, nos deleitará con todos sus actos de magia e ilusionismo. ¡Que se jodan los que no creen en usted!, no merecen ver su poder y magia... ¡Tenemos hasta un club de fan!!!
Los guardias sacaron a empujones al impetuoso chico mientras “El Mago” lo despedía con su “tierna sonrisa” y un saludo con la mano.
Al cabo de un rato el teatro quedo vacío.
Todo el suelo lleno de cosas que las enojadas personas arrojaron.
Solo “El Mago” seguía sentado en el centro del escenario. Siempre sonriendo.
El presentador salió y al ver el desastre que dejó la gente hizo un gesto negativo con la cabeza.
Ni modo.
Se acerco al mago. Y se arrodilló frente a él.
¡Cuanto dinero habían hecho juntos!
¡Y cuanto faltaba por hacer!
Si no fue esta ciudad; no importa. Hay cientos de ciudades que aceptarían de muy buena gana al increíble, al único, al maravilloso... a “El Mago”
Se había hecho millonario de esa manera. Lo que ocurrió hoy fue algo “calculado”. A veces pasa. No todas las personas son iguales. Unos son más escépticos que otros. Unos “creen” en la magia más que otros.
Y así, arrodillado frente al mago (que con sus luminosos ojos y su encantadora sonrisa parecía mirar al fondo del escenario)... le tocó el hombro.
Parecía que lo fuese a abrazar o a consolar por el estruendoso fracaso que acababa de ocurrir.
Pero no.
Lo tomó por el hombro y le dio la vuelta junto con el sillón que tenia “rueditas”
Una vez a espaldas de “El Mago”... oprimió un disimulado botón que éste tenía en su nuca.
Los ojos de “El Mago” perdieron su brillo habitual y se pusieron opacos, exánimes, muertos.
Su “Eterna sonrisa” se desvaneció dejando solo un rictus mecánico e impersonal.
Su cabeza, que parecía antes atenta dirigida al público, se inclinó de lado. Inanimada. Sin vida.
El presentador se levantó y tomó la silla con el inerte “Mago” por el espaldar, rodándola hacia el fondo del escenario. En un par de semanas tendrían otro “Show” en un pueblo al otro lado del estado. Debía recargar las baterías y revisar con cuidado el mecanismo. Por un momento le pareció que “El Mago” sonreía mucho. Sin duda habría que cambiar la frecuencia de “sonrisas” a un intervalo de tiempo mayor.
“El Mago” desapareció tras el telón sentado en su sillón y llevado por su dueño... dejando una vez más un escenario vacío que antes estuvo repleto de sueños y fantasías.
Todas las imágenes utilizadas para ilustrar este cuento pertenecen al
Pintor surrealista Belga Rene Magritte.
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