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El Problema de la Existencia de Dios y los actuales Creyentes (Colaboración)

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Nota Inicial:

El presente artículo fue escrito por un colaborador y amable lector de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina. (*)

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¿Existe dios? Esta es una pregunta mucho más compleja de lo que a primera vista pueda interpretarse, y es mucho más compleja por el hecho de que el propio concepto de dios tiene múltiples interpretaciones y definiciones. 

Si hablamos de un dios impersonal, una fuerza motivadora del orden que observamos, incluso más allá, el impulso creador del supuesto multiverso que hoy constituye la hipótesis llevada más al límite de los procesos de creación de todo lo que observamos, no podemos ni afirmar ni negar su existencia. La postura agnóstica es la opción más clara. Estaríamos hablando de un dios panteísta, sin atributos humanos, al que nuestro día a día, para bien o para mal, le sería indiferente.

Pero ese no es el dios que suele surgir en las discusiones entre creyentes y no creyentes. Si nos limitamos a las creencias que nos son más cercanas, el dios que se propone es un dios humanizado, hasta tal punto que tiene idénticos sentimientos que los humanos. Un dios que se convierte en un reflejo de nuestras propias emociones. Y es frente ese dios ante el que me defino como ateo. 

En un proceso lógico y coherente de demostración de su existencia, el primer paso sería demostrarla referida a un ente creador, un ser superior más allá de todo lo conocido e intuido hasta ahora. Si se lograra tal hecho, tendríamos evidencia indiscutible de su existencia, pero nada sabríamos de sus cualidades.

Este primer paso solo nos daría cuenta de tal existencia, pero para afirmar que ese dios es el dios cristiano (en sus múltiples versiones), musulmán o cualquier otro, sería preciso un nuevo elemento probatorio, aquel que nos definiera las cualidades específicas y peculiares de ese dios. Aquella religión que pudiera demostrar la correspondencia con tales cualidades y las que definen su dios, resultaría ser la única religión ya que las demás serían automáticamente descalificadas. 

Y este proceso en dos pasos es el que nunca se ha dado. 

En nuestro entorno, las religiones más extendidas son las vinculadas al cristianismo. Pero hay que hacer una salvedad, el progresivo derrumbamiento de las iglesias históricamente más implantadas junto con la cada vez mayor institucionalización de la libertad religiosa ha permitido la aparición y proliferación de “cristianismos a la carta”. 

No es que tal cosa sea una novedad absoluta. Los propios orígenes del cristianismo estuvieron marcados por una situación semejante. Originariamente solo encontraríamos una secta judía, de las muchas que en esa época proliferaron. Y esa secta judía tuvo sus primeros desencuentros derivados de la composición de los miembros de la misma. Por una parte los judíos helenizados, y por otra los de origen arameo. A ellos se les unió un tercer grupo, los nuevos cristianos procedentes de los gentiles, y por tanto sin tradición judía. 

Quizás una de las primeras causas de desavenencia fuera algo tan simple como la tradición judía de la circuncisión. Si para la mayoría de los cristianos de tradición aramea era una prescripción importante que mantener, para los que procedían del entorno judío helenístico no, especialmente para aquellos que habían dejado de practicar tal costumbre incluso antes de convertirse en cristianos. La inclusión de los nuevos cristianos gentiles reforzó las tesis helenísticas que acabaron imponiéndose, no sin distintos grados de enfrentamiento. 

En esta primera etapa, los cristianos carecen de un cuerpo doctrinal unificado y claramente establecido. Las comunidades cristianas son autónomas y ello acentuará el surgimiento de tendencias discrepantes. La aparición de distintas herejías es inevitable. Entiéndase que la visión herética siempre es subjetiva. Desde el observador, los herejes son siempre los demás, ya que el análisis propio es por defecto el correcto. Solo a título de ejemplo y sin pretender ser exhaustivo, podemos citar Dotecismo, Simonianismo, Adopcionismo, Nicolaismo, Gnosticismo, Montanismo, Mandeísmo, Modalismo como algunas de las herejías de la época. 

Mención especial merece la “Iglesia de Marción” (Marción, hijo de un obispo excomulgado y que vivió entre los años 85 y 150) que durará hasta el siglo III, se extenderá por casi todo el Imperio Romano y será la primera vertiente cristiana que intentará una sistematización de la doctrina. 

Como puede verse, lejos de la imagen idílica que en muchas ocasiones se nos presenta, el cristianismo primitivo era más parecido a una jaula de grillos. De hecho los enfrentamientos entre cristianos provocarán más muertes delos mismos que las persecuciones de los emperadores. 

En el mundo actual, podemos observar como las distintas fracciones cristianas, más los creyentes que “van por libre”, siguen manteniendo un grado de crispación muy alto en sus discusiones sobre el tema, no solo con quienes nos definimos como ateos, o agnósticos, sino también con aquellos que, definidos también como cristianos, no comparten principios íntegramente. Si hoy la sangre no llega al rio es gracias al grado de laicidad de la sociedad en la que viven. 

Muchos de los cristianos actuales basan sus creencias en una mezcla de enseñanzas e influencias recibidas, más las propias elucubraciones e interpretaciones de los textos considerados como sagrados, partiendo de un total desconocimiento de su propia historia (como cristianos), y por tanto de la evolución de su creencia. 

Esto se observa de forma más evidente en el cristianismo de origen protestante y su virulenta reacción ante el catolicismo romano. No por lo virulento, sino por negar las raíces comunes que quieran o no tienen.

El Protestantismo no aparecerá hasta el siglo XVI, de la mano, principalmente, de Lutero, Calvino y el rey Enrique VIII (Por supuesto, por motivos diferentes). Lo cierto es que la defensa del acceso a la lectura de la biblia por parte de los feligreses, y su posterior interpretación, abrirá la puerta, precisamente, a la aparición de innumerables iglesias. 

Se repite la situación original (cristianismo primitivo) aunque por motivos y condicionantes distintos). Si en el cristianismo primitivo las causas fundamentales son la falta de criterios unificados y el aislamiento entre las comunidades cristianas, el nuevo proceso cuenta con circunstancias distintas.



En principio, el protestantismo conserva buena parte de la herencia común. Recordemos que a partir del siglo IV el cristianismo se verá sometido a un proceso de unificación y estructuración. Por una parte se iniciará el proceso de definición de libros canónigos, con lo que las fuentes se unifican y definen. Por otra, la intervención del emperador Constantino determinará el modelo de iglesia. Esta intervención no es de fondo religioso. De hecho Constantino seguirá siendo el sumo sacerdote pagano hasta su muerte (Si hemos de creer a los obispos cristianos que le rodeaban, Constantino se convierte al cristianismo en el lecho de muerte, algo totalmente inverificable). Las motivaciones para el apoyo al cristianismo por parte del emperador son de orden político, y condicionadas a sus pretensiones (El concilio de Nicea es convocado por el emperador, y es él quien determina que se aprueba y que se rechaza).

Hasta el año 1054 no se producirá el cisma de oriente, es decir que hasta esta fecha la historia del cristianismo es común a todas sus vertientes (salvando algunas iglesias minoritarias orientales que se separaron desde los tiempos primitivos, como coptos y jacobinos). 

En el caso protestante, la historia común abarca quince siglos, aunque algunos cristianos actuales sean remisos a admitirlo, y buena parte de los libros canónigos son también comunes. 

En todo caso, las iglesias han estado vinculadas al poder civil. En el caso de la Católica y la ortodoxa esta vinculación ha sido más con las estructuras del Antiguo Régimen, mientras que en el caso de la vertiente protestante (con todas sus diversificaciones) su vinculación ha sido más con el poder emergente de la burguesía. 

Pero no todo han sido disensiones entre católicos y protestantes. Así entre los protestantes (antes del desarrollo e implantación de la laicidad civil) las prácticas represivas de quienes discrepaban de los paradigmas establecidos no tenían nada que envidiar de sus equivalentes católicos. Solo al llegar a la actualidad se ha abierto la veda y la proliferación de interpretaciones religiosas se ha disparado, y las causas actuales son más el abandono de los criterios más o menos unificados existentes por la adopción de otros, en muchos casos de muy libre interpretación y, al contrario de la época primitiva, la facilidad de la expansión de la información muchas veces incorporada en el acervo propio sin el más mínimo análisis previo.

Ello es así hasta tal punto que, más allá de las cuestiones de fe, muchos planteamientos se apoyan en afirmaciones históricas o análisis sociales totalmente falsos, tal es el desconocimiento de tales cuestiones.

Un ejemplo sangrante es la vinculación que estos creyentes hacen del ateísmo con el comunismo. Salvando algunas excepciones, los movimientos e iglesias cristianas han sido refractarios a los movimientos sociales que han luchado y reivindicado la justicia social y el justo reparto de la riqueza. Su vinculación con la burguesía emergente en el nacimiento y desarrollo del protestantismo, han hecho que tales opciones religiosas asumieran como propias muchas de las tesis burguesas. Así pues los planteamientos de revolución ocial les son extraños, incómodos e incluso perturbadores. De ahí que el comunismo se convierta en una bestia negra solo hay un paso. Y como la otra bestia negra es el ateísmo, que mejor que matar dos pájaros de un tiro.

El problema es que la vinculación entre ateísmo y comunismo no existe, y que la definición de comunismo suele ser muy, muy simplista.

El ateísmo es una forma de entender la realidad y no conlleva ni cuerpo doctrinal ni relación alguna con una visión concreta del modelo social deseable. En todo el espectro político hay ateos. Así pues el ateísmo no lleva implícita una opción política concreta. Por el contrario, podemos encontrar militantes comunistas que también son cristianos. Si realmente comunismo y ateísmo fueran hechos interrelacionados, tales circunstancias serían imposibles. 

Por otra parte la definición de comunismo es simplista. Suele ser habitual establecer la correspondencia entre esta ideología y personajes tan deleznables como Stalin, reforzando la afirmación al constatar que tal personaje era ateo. De hecho existe en estos casos una doble manipulación. Por un lado el comunismo no es un pensamiento monolítico. Muy al contrario las vertientes son múltiples y variadas. Tanto es así que ha habido comunistas perseguidos y asesinados por Stalin. Si la visión simplista que se nos presenta fuera cierta, este hecho no tendría explicación.

Por otro lado, al relacionar el ateísmo de Stalin con sus crímenes, nuevamente se falsea la realidad. Hitler era cristiano ¿Hace responsable eso al cristianismo de los crímenes atribuibles a Hitler? Podemos multiplicar los ejemplos: en una vertiente Mao Zedong, Pol Pot. En otra Franco, Pinochet. No importa, simplemente confirman lo antes expuesto.

Lo que sí es cierto es que en política, con demasiada facilidad, se produce una degradación de los principios sobre los que se basa, y ello en todo el abanico ideológico. Lo cual crea paralelismos entre organizaciones ideológicas e iglesias. Con demasiada facilidad, en las organizaciones políticas, se abandona la función propia del militante (que debería ser proponer opciones, cuestionar y discutir de forma lógica y razonable las alternativas presentadas, y aceptar las resoluciones aprobadas de forma democrática en base a las mejores argumentaciones presentadas) para convertirse en simple seguidor ciego, sordo y mudo del líder de turno. El culto al líder se convierte en la mejor cualidad del militante. Una verdadera aberración. Esta actitud iguala en fanatismo y falta de sentido crítico al creyente. No obstante hay un hecho diferenciador: En las organizaciones políticas este realidad es una degradación de las mismas, en las comunidades religiosas es inherente a ellas ya que la religión se basa en la fe. 

En su afán de defender su creencia, se llega a contraponer el conocimiento ontológico al conocimiento científico, entendiendo que el primero es tan válido o más que el segundo. La ontología es una parte de la filosofía, y sin pretender menospreciar a los filósofos, las tesis de los mismos no son, en ningún caso, demostrables. El hecho es que corrientes filosóficas hay muchas, sin que ninguna pueda desbancar, de forma definitiva e incuestionable, a las demás.

Si a ello añadimos algunas de las afirmaciones realizadas por renombrados filósofos, su fiabilidad está más que entredicho. Solo dos ejemplos: la afirmación de Heidegger según el cual volverse inteligible es un suicidio para la filosofía, o la teorización de Lacan que hace equivalente el pene a la raíz de -1, no son para reforzar la confianza en sus elucubraciones.

El diálogo con tales personas (los creyentes) se torna imposible. Al final uno no sabe si muchas de las afirmaciones que hacen se deben a una notable carencia cultural, o por el contrario existe una constatable mala fe y falta de honestidad. O quizás una combinación de ambas.








Fuente: http://www.micajondesastre.org/Documentos/Ateismo%20y%20religion/El%20problema%20de%20la%20existencia%20de%20dios%20y%20los%20actuales%20creyentes.pdf


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(*) Nota Final:

El autor de este artículo es Eduardo Baldú Gil (eduard.baldu@gmail.com), fiel seguidor y colaborador de este Blog; quien amablemente me solicitó el compartir este articulo con el resto de los lectores; y al no estar en contra de la filosofía del Blog, es un honor para mí el poder publicarlo. El mismo Eduardo se encargará de responder las dudas de los lectores a través de los comentarios o por su correo electrónico.


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