La presente publicación fue escrita y elaborada por Walter Burriguini, colaborador de este Blog. Este artículo NO fue escrito por el habitual escritor y responsable de este sitio Noé Molina.
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La perversa y absurda doctrina cristiana de la "salvación"
¿Cómo es que podemos salvarnos del Infierno según el cristianismo?
Para salvarnos debemos empezar dando por cierto que la tortura y posterior asesinato de Jesús en la Cruz fueron un SACRIFICO. Y acá, de entrada nomás, se enciende la primera alarma. ¿Por qué? Pues resulta que a los tres días de su tortura y asesinato (nos dicen los cristianos) Jesús resucito y subió al Cielo en cuerpo y alma para permanecer sentado a la derecha de Dios Padre por los siglos de siglos. ¿Pero qué clase de “sacrificio” es terminar experimentando la Vida Eterna en cuerpo y alma? ¿El “sacrificio” no implica acaso renuncia y privación? No obstante tenemos que Jesús no sólo está disfrutando del Cielo.... sino que ni siquiera dejo atrás su cuerpo humano cuando lo elevaron hasta allí ¿Dónde están la renuncia y la privación propias de un “sacrificio” en dicha historia? ¿Realmente sacrificado no hubiera sido quedarse muerto en la tierra en vez de terminar gozando la Vida Eterna hasta con el cuerpo? En fin....
Además, el cristianismo nos dice que para salvarnos debemos dar también por cierto que Jesús hizo aquel “sacrificio” (muy poco sacrificado, como acabamos de notar) para reparar la relación entre Dios y la humanidad. ¿Repararla de qué? Pues parece que al principio de los tiempos la pareja primordial conformada por Adán y Eva comió del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal a pesar que Dios se los había prohibido expresamente. Y parece también que Éste último se enojó muchísimo con la pareja primordial. Tanto que la condena por su desobediencia se hizo extensiva también a toda la humanidad.
Y acá se enciende (¡o debería!) la segunda alarma: si Adán y Eva tenían vedados los frutos del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, ¿cómo rayos iban a distinguir entre una cosa y la otra y, por lo tanto, darse cuenta que desobedecer a su Creador era algo malo? Evidentemente Dios les ordeno portarse bien aún sabiendo de antemano que carecían de las habilidades básica para obedecerle, ¿qué derecho tenía entonces a enojarse cuando terminó pasando lo que era demasiado previsible que iba a pasar? ¿No suena casi tan cuerdo como si yo les contara que aún sabiendo que los animales carecen de habilidades abstractas, me enojo con mi perro porque no se aprende la tabla del tres? En cualquier otro caso, dirían que tuve un “arranque de histeria”. ¿Qué regla lógica prohíbe creer lo mismo sobre Dios?
Pero agucemos la imaginación y supongamos por un minuto que el Dios del Génesis no es un histérico y que sí tenía derecho a enojarse con Adán y Eva, ¿por qué condeno a toda la humanidad por la falta de ellos dos? ¿Es justo que me achaquen las metidas de patas de unos ancestros lejanísimos? ¡No sé a Ud., amigo lector, pero a mí me parecería muy injusto y muy poco decente que un Juez me condenara por las metidas de pata de algún tatarabuelo! ¿Qué regla lógica impide aplicar el mismo principio a Dios?
Repasemos entonces cómo viene la mano con la doctrina cristiana de la Salvación. Dios decide someter a una prueba a la pareja humana primordial.... aunque conocía de antemano que sus integrantes carecían de las habilidades básicas para afrontarla (en una discusión coloquial cualquiera diríamos que les tendió una trampa). Obviamente no la superaron con éxito. Y a pesar que el resultado era demasiado previsible, Dios se enoja de todos modos. Para colmo, el castigo resultante se lo impuso no solamente a Adán y Eva (los presuntos perpetradores de la supuesta desobediencia) sino que lo hizo también extensivo a sus descendientes.
Ahora bien: después de condenar desproporcionadamente a toda la humanidad por una ofensa que la pareja primordial en realidad nunca cometió, Dios decide hacer borrón y cuenta nueva y reparar la relación (¿no hubiera sido más práctico empezar por no arruinarla evitando ofenderse gratuitamente?). Con ese objetivo, hace torturar y matar de forma salvaje una persona (¿por qué necesita que le hagan una ofrenda con olor a sangre humana para perdonar una ofensa que, encima, nunca se produjo?). Transcurridos los tres días, esa persona (Jesús de Nazareth) resucita y es elevada al Cielo donde todavía goza hasta con el cuerpo de la Vida Eterna. Y como si no abundaran detalles descabellados, los cristianos llamar a eso último “sacrificio”.
El hecho que tanta gente tenga el descaro de decir que esta delirante historia de trampas, injusticias, abuso de poder, sadismo y medias verdades constituye una sabia lección de moral (reflejo además del amor y la misericordia divinas) me parece un humillante insulto a la inteligencia. Y creo y afirmo (dicho sea de paso) que se trata también de una prueba bastante elocuente de lo dañina y corruptora que puede resultar la Fe para el cerebro humano.
Fuente:
https://www.mdzol.com/nota/241220-la-perversa-y-absurda-doctrina-cristiana-de-la-salvacion/
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El Arte Cristiano de complicar las cosas (1º Parte) (Colaboración)
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